La utopía de Cervantes en la isla de Barataria, una de las sorpresas del Quijote

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El profesor de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Madrid, Manuel Rivero, vincula la Utopía de Tomás Moro con uno de los pasajes más conocidos del Quijote, en el curso del verano de Vélez Blanco.

Cuarta del curso de verano XIV Festival de Música Renacentista y Barroca de Vélez Blanco, que sigue adelante con su programación de Talleres, Seminario de Historia, conciertos y conferencias. La figura de Cervantes, muy presente en esta nueva edición, ha protagonizado la charla del profesor de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Madrid, Manuel Rivero “la muerte de Cervantes fue en 1616 y la escritura de la Utopía en 1516 y lo que quise fue vincular ambos acontecimientos, porque Cervantes fue lector de la Utopía de Tomás Moro, seguramente leyó la edición de Lovaina de 1542, de hecho, algunos críticos como Martín de Riquer suponen que algunos pasajes como el episodio de Sancho Panza en  Barataria están tomados y entresacados de las ideas de Tomás Moro”.

Añade el profesor que “lo que mostré fue como Cervantes contrastaba el mundo real que él vivía con ese mundo ideal que había concebido Tomás Moro y, de hecho, todo el episodio de Sancho Panza en la isla de Barataria está en relación con ese ideal utópico, cuando Sancho tiene que vestir como letrado y como soldado, la misma disposición de la isla de Barataria que es redonda, la forma de gobernar que tiene Sancho Panza que es esa idea de gobierno justo, de buen gobierno”.

Para el profesor de la Universidad Autonóma de Madrid Cervantes es un referente porque “es capaz de mostrar en el Quijote un ideal o una utopía que es seguida por unos individuos que están en un lugar del mundo ignoto y que van a ver en la isla de Barataria una forma de gobierno que es ideal para una sociedad nueva, distinta a la de Europa, una sociedad justa, igualitaria”.

En su participación en este curso de verano de Vélez Blanco, organizado por la Universidad de Almería, Manuel Rivero ha abordado también la historiografía de la Corte y la cultura cortesana “la Corte se suele identificar con un espacio lúdico, dónde los cortesanos bailaban, se dedicaban a cosas triviales, es conocida la Corte de María Antonieta y Luis XVI, pero la Corte también era un espacio social y era un espacio político y esa es la parte menos conocida y más compleja”.

Más allá de lo anecdótico la Corte es un espacio de socialización, un lugar donde se crean relaciones sociales y de poder “ muchas veces en lo lúdico hay una lectura política y no se puede separar, por ejemplo, hoy en día los deportes de masas tienen también componentes políticos y detrás de la rivalidad de los equipos de fútbol a veces hay un discurso político, por ejemplo, nacionalista…. pues lo mismo ocurre en el siglo XVI y siglo XVII, detrás de lo que es aparentemente sutil hay discursos en los cuales se reconoce la autoridad del rey, su superioridad o discursos religiosos”.

El profesor Rivero destaca que todas las sociedades de Cortes eran más o menos similares, seguían los mismos patrones, “la sociedad de Cortes surge en el Renacimiento y si bien tenemos la idea de que las Cortes más refinadas o sofisticadas son las de los Sforza en Milán o la Corte  Papal la verdad es que es un fenómeno común en toda Europa y tanto la Corte de los Reyes Católicos, como la de Carlos V o el propio Felipe II son Cortes muy sofisticadas  y muy complejas.

A Manuel Rivero Rodríguez, autor de numerosos artículos, libros y ensayos sobre la figura de Felipe II, Carlos V o el Quijote, le gustaría volver a participar en el Festival de Vélez Blanco “me sorprendió el entusiasmo que se respira en Vélez Blanco, me gustó el ambiente que es académico de discusión, la hospitalidad y la recepción que tiene esta iniciativa en el pueblo. Espero repetir”.

En la jornada de hoy destaca la conferencia ‘Enterrando al Quijote: la utopía ilustrada’ del profesor, Juan José Iglesias, de la Universidad de Sevilla, será a las 19:00 horas en el Teatro de la Villa y a las 21:30 horas tiene lugar el concierto de la soprano Christiane Oelze, y Anthony Spiri, al piano, en el Claustro del Convento de San Luis.