Investigadores de la UAL publican en la revista Scientific Reports una reconstrucción del clima del pasado basada en el análisis de una estalactita de ese material, “una cápsula del tiempo”, lo que supone una metodología novedosa que abre nuevas vías para los estudios paleoclimáticos.
“Aunque los cambios climáticos probablemente no fueron la única causa ni de su llegada ni de su marcha, nuestro estudio sugiere que el clima sí pudo tener un papel fundamental”. De ese modo ha realizado Fernando Gázquez, en referencia a la civilización romana y en el periodo de su ocupación peninsular, un acercamiento a los resultados desprendido del trabajo de investigación ‘The potencial of gypsum speleothems for paleoclimatology: application to the Iberian Roman Human Period’, que ha sido publicado en la revista Scientific Reports. La Universidad de Almería ha tenido un papel relevante en este proyecto de colaboración internacional gracias al grupo ‘Recursos hídricos y geología ambiental’, dirigido por el catedrático José María Calaforra y del que es miembro el propio Gázquez, investigador posdoctoral y profesor de Geodinámica Externa. Junto a ellos dos, también son firmantes del estudio los investigadores Laia Comas, Thomas K. Bauska, Bassam Ghaleb y David A. Hodell.
Bajo la premisa inicial de que “existen multitud de evidencias científicas que sugieren que los cambios climáticos en el pasado afectaron a la evolución de las distintas civilizaciones que se han sucedido en el planeta”, estos investigadores han abordado un semivacío: “Existen pocos estudios del clima del pasado que aporten información sobre los cambios en la temperatura y cantidad de lluvia durante el Holoceno tardío en áreas semiáridas, como es el caso de la provincia de Almería, sin apenas lagos u otras secuencias de sedimentos recientes que se puedan analizar”. Por ese motivo se planteó estudiar otro tipo de depósito mineral inexplorado hasta la fecha, los espeleotemas de yeso de las cuevas de Sorbas, “basándonos en la hipótesis de que las estalactitas de este mineral pueden registrar en su composición química el grado de evaporación del agua del entorno y, por ello, podrían ayudar a reconstruir los cambios de humedad, o la cantidad de lluvia en el pasado, lo que supone el aspecto más novedoso que aporta nuestro estudio”, asegura Gázquez.
En esa línea ha añadido que “los registros de temperatura del pasado son relativamente comunes, pero estas reconstrucciones de cantidad de lluvia o humedad ambiental son difíciles de conseguir, especialmente en zonas semiáridas”. Según la opinión de los autores, este uso que han realizado de depósitos de yeso en cavidades “proporcionará importantes registros paleoclimáticos en otras áreas del mundo como Estados Unidos, México, Italia o Australia, en las que también hay cuevas de este material”. Así, eso es solo un inicio, ya que el objetivo de proyectos futuros de estos autores será extender su aplicación y así “conseguir los registros de otros periodos anteriores y posteriores, no solo en las cuevas del karst en yesos de Sorbas, sino en cavidades de otras regiones del planeta”. Y es que el yeso “actúa como una ‘cápsula del tiempo’, ya que cuando cristaliza en la cueva, atrapa el agua que se infiltra en el terreno”. Así ha sido el sistema para “reconstruir el clima del pasado” y ver “cómo cambió la cantidad de lluvia en la provincia de Almería entre los siglos VIII a.C y VIII d.C”, concretamente utilizando una estalactita de yeso de 63 centímetros de longitud, fechada mediante dataciones con isótopos de uranio y torio en la Universidad de Quebec, en Montreal.
Fernando Gázquez ha detallado que “mediante metodología novedosa desarrollada en la Universidad de Cambridge, se han analizado los isótopos estables de las moléculas de agua atrapadas en el yeso; y las diferencias mínimas en el peso de las mismas han dado la información acerca de la humedad que había en la cueva y en su entorno, y cómo ha ido cambiando con el tiempo”. De este modo, han podido arrojar más luz y un punto de vista inédito sobre “una de las civilizaciones más destacadas, el Imperio Romano, que ocupó la Península Ibérica entre los siglos II a.C y el V d.C”. Por tanto, “el estudio revela que los romanos la ocuparon coincidiendo con un cambio climático que dio lugar a que lloviera mucho más en esta región durante varios siglos, coincidentes con el máximo desarrollo del Imperio por ser probablemente más favorables para el cultivo de cereales, vid y olivo, y cómo posteriormente, entre el I y V d.C, el clima se hizo cada vez más seco, hasta el punto de que coincidiendo con el máximo de aridez y, por ello, con una baja productividad agrícola, los romanos abandonaron la Península”.
Para Gázquez, “el periodo registrado por la estalactita de yeso estudiada fue de especial importancia en la historia de Andalucía, y el artículo sugiere que el clima pudo tener un papel fundamental en el mismo por las razones expuestas”. El investigador ha subrayado que el suyo es “el primer estudio del clima del pasado a partir de una estalactita de yeso” y ha insistido en que “abre la posibilidad de que este tipo de materiales se utilicen en otras partes del mundo para obtener información paleoclimática”. Respecto al camino hasta llegar aquí, ha explicado que “la idea se ha ido desarrollando durante los últimos quince años, inicialmente con un proyecto financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia, a través del Plan Nacional I+D, el Proyecto ‘Paleogyp’, finalizado en 2010, y posteriormente mediante otros proyectos internacionales y con los fondos propios de nuestro grupo de investigación, el RNM189”, textualmente.