Desde la Unidad de Atención Psicológica de la UAL recomiendan, asimismo, mantener una alimentación equilibrada, realizar breves paradas durante el estudio y practicar deporte.
Es una circunstancia cíclica. Llega la época de exámenes para los estudiantes universitarios y, con ella, los nervios y la incertidumbre por cumplir con los propósitos fijados desde el comienzo del curso académico. También son conocidas ciertas recomendaciones para afrontar con seguridad este período duro y exigente con el que los alumnos encaminan su futuro. Sin embargo, no siempre son fáciles de llevar a cabo. Por eso, la Unidad de Atención Psicológica de la Universidad de Almería ha querido ofrecer, a través de su coordinador Antonio Molina, una serie de consejos que ayuden, entre horas y horas de estudio, a alcanzar los objetivos propuestos.
Así, Molina ha manifestado que “para la preparación mental del alumno se debería, aunque sea difícil, establecer desde el inicio del curso una planificación más o menos general de sus horas de clase, de las prácticas, de las asignaturas, de los criterios que hay que cumplir para superarlas… Luego, en el día a día, sería conveniente programar los horarios de las clases, subrayar, repasar los contenidos, anticiparse un poco a la entrega de los trabajos… En definitiva, una preparación que permita saber a qué se va a enfrentar durante el cuatrimestre o el año académico”.
Estos son los cimientos sobre los que se construirá el hábito que servirá para afrontar los momentos de más tensión y estrés, cuando se acercan las fechas clave. No obstante, explica Molina que “los nervios tienen una razón de ser y un sentido. No hay que eliminarlos ni luchar contra ellos. Porque, si están ahí, es porque de alguna manera nos están indicando algo, es como un exceso de activación porque nos vamos a enfrentar a una situación determinada”, ya que, añade, “cuando tenemos un poco de información sobre el tipo de tarea al que nos vamos a enfrentar, qué es lo que nos demandan, etc. los nervios parece que se aminoran. A veces, los nervios son expectativas o ideas catastróficas que nosotros mismos autogeneramos. Y luego la realidad es otra. Empezamos a generar cuestiones porque queremos anticiparnos, queremos controlarlo todo y esto es algo inviable”.
Sin embargo, continúa Molina, “sí se pueden poner en práctica ciertas técnica que nos pueden ayudar a controlarlos, como respirar, llevar una alimentación sana, evitar tomar estimulantes, fumar o consumir ciertas drogas”. Es decir, hay elementos que pueden incrementar o reducir los nervios pero, apostilla, “suele ocurrir que una vez que uno tiene toda su atención y toda su conciencia dirigida a lo que está realizando es como que los nervios pasan a un segundo plano”.
Respecto al lugar más recomendable para realizar las tareas de estudio, el coordinador de la Unidad de Atención Psicológica de la UAL no se decanta por ninguno y, aunque reconoce que la biblioteca tiene algunas ventajas respecto a la habitación particular, aconseja, sobre todo, “buscar un espacio que uno haga de él una rutina y aprovecharlo al máximo. Da igual dónde, porque cada persona tiene una manera de estudiar y sabe qué le ayuda a concentrarse”. Pero independientemente del sitio elegido, “es indispensable que cada hora y media o dos horas de estudio se hagan breves paradas de cinco o diez minutos para salir al aire libre, dar un paseo y estirar las piernas, respirar, mirar el horizonte, hacer una llamada, buscar el apoyo de otras personas que también están estudiando… y luego volver”, ha recalcado. Igualmente, los momentos de ocio y la práctica deportiva son muy beneficiosos cuando se compaginan con los estudios en épocas de exigencia. Así, indica Molina que “el deporte le viene muy bien a nuestro organismo. A nivel neurológico, nuestra mente pasa a otro plano, donde se va oxigenando, se relaja, etc. Es un descanso que le damos a ese tiempo de concentración también a nivel muscular y corporal”.
Todos esos pequeños momentos no suponen una pérdida de tiempo. Todo lo contrario, porque el cuerpo y la mente los agradecen. Según Molina, “rendiremos más y aprovecharemos más el tiempo”. Una situación que mejorará si llevamos una alimentación equilibrada, algo que repercute positivamente en nuestro rendimiento académico. De esta manera, apunta Antonio Molina que “no se deben realizar comidas copiosas, ni tomar alimentos que ralenticen la digestión, ni consumir alcohol y no abusar de los estimulantes. En cambio, sí tomar muchas frutas, verduras y, en general, hacer comidas que favorezcan una digestión más ágil.”
Aunque, lo más importante y lo que hay que tener siempre presente en estos momentos complejos, en los que los alumnos están nerviosos por enfrentarse a una situación de tanta responsabilidad, es “estar centrado y confiar en el esfuerzo que uno ha estado haciendo durante todas estas semanas y meses y que todo ese trabajo va a dar sus frutos”, ha concluido Molina, queriendo ofrecer así un mensaje tranquilizador y de esperanza a los alumnos.