Tras su brillante actuación en la primera edición de esta competición, organizada por la Asociación Nacional de Estudiantes de Matemáticas, mantiene el bloque de jugadores del curso anterior y ‘ficha’ a seis nuevos integrantes.
Todo comenzó en 2023, cuando la ANEM propuso crear una competición interuniversitaria donde los amantes de las Matemáticas pudieran competir y probar sus habilidades. El comunicado de lanzamiento circuló por todas las universidades de España y llegó también a la UAL. Aquella semilla no podía caer en terreno más fértil que el del campus almeriense, arraigando con fuerza. “Siendo la nuestra una universidad pionera y puntera en la formación para las Olimpiadas Matemáticas, teniendo hasta una competición propia incluso, el INDALMAT, teníamos muy claro que íbamos a contar con el apoyo de toda la Facultad de Ciencias Experimentales, desde nuestros compañeros de clase hasta el personal docente”, cuenta Álvaro Otero, entonces jugador y ahora delegado del equipo que se formó para competir en la edición inaugural de la Liga Matemática, que organiza la Asociación Nacional de Estudiantes de Matemáticas.
“No todos nos conocíamos a pesar de que sí estudiamos Matemáticas, pero con tanto alumnado hay gente con la que no llegas a tener relación”, relata. Aquel grupo, que a la postre se alzó campeón al cabo de unos meses, se originó a partir de que “varios querían participar y estaban buscando un equipo; algunos ya éramos amigos desde antes y teníamos claro que íbamos a inscribirnos, y otros estaban recién llegados a la carrera y no tenían contactos como para crear un equipo completo”.
Reconoce que fue “in extremis” lograr completar el cupo de participantes, pero se llegó a tiempo y se demostró el alto nivel que hay en la Universidad de Almería: “Llegamos a la final invictos, pero no por ello intactos; muchos partidos habían estado muy igualados, pero siempre lográbamos superar la adversidad”. Se disputó el título ante la Universidad de Valladolid: “Ese día se sentía distinto, ya que ambos equipos resolvimos dos de los tres problemas y quedaba el último, también el más complicado”. La lucha fue muy emocionante, “todos nos pusimos manos a la obra, enviando solución tras solución, pero todas fallaban, y Valladolid estaba igual que nosotros”, rememora Otero, hasta el último minuto: “El árbitro dio el ultimátum de última solución para ambos, se hizo el silencio en la sala, nos activamos de nuevo, había energía y miedo, encontramos el modo, mandamos la solución”. Al cabo de tan solo unos minutos “que parecieron horas”, el veredicto: “A Valladolid le falta un triángulo y la UAL los ha logrado todos”.
Fue un gran éxito el conseguido, allá por el 13 de mayo pasado, hasta el punto de tener ‘efecto llamada’: “Esa victoria del curso 23/24 ha hecho que pasemos de estar cerca de no cumplir los requisitos para participar, a tener que organizarnos mejor por haber más jugadores que partidos”. Las expectativas están muy altas: “Todos los miembros que conformaron el equipo han decidido seguir con la causa este año, bien sea como jugadores o bien como delegado, figura que equivale a la de entrenador, y se han sumado media docena más de estudiantes del Grado en Matemáticas y del Doble Grado en Matemáticas y Economía”. Esto, “a efectos prácticos, no solo significa resolver los problemas más rápido, sino que cada uno puede aportar nuevas perspectivas a cada resolución, lo que aumenta el rendimiento del equipo partido a partido”.
Así las cosas, “la trayectoria pasada es inmejorable, pero el nivel que presenta el equipo este año es muy similar al del año pasado, así que vamos a mantener ese nivel y el estilo que nos caracteriza, y seguir esforzándonos en mantener los resultados precedentes”, subraya Álvaro Otero. El delegado repasa la lista de jugadores que le acompañan: “Son Juan Francisco Cuevas, Alberto Márquez, Miguel Vargas, Pedro Casado, Ciro Revaliente, Darío Sánchez, Juan Luis Fernández, Andrés Daza, Álvaro Lozano, Andrea Estrada y Javier Cantón, ex delegado”. A la pregunta de cómo se preparan, gran parte de ello está en las clases: “Hablar de entrenamiento es complicado, si bien se puede considerar que todos los días entrenamos gracias a la excelente formación que recibimos en la Universidad de Almería”. Eso sí, “como formación más específica tenemos un grupo de WhatsApp donde nos enviamos problemas interesantes para que todos podamos practicar, o ayudar en ejercicios que uno solo no logra resolver”.
Ese sentido de equipo es uno de sus mayores triunfos: “Una de las experiencias más gratificantes es no lograr la solución de forma individual, pero sí juntar las ideas de todos y poder formar una solución satisfactoria”. Con ese sentimiento de pertenencia a la UAL y al grupo se afronta mucho mejor una dura competición: “Está organizada como una liga de fútbol y las pruebas son ‘partidos’, los cuales consisten en tres preguntas matemáticas para las cuales cada equipo dispone de 90 minutos, como el fútbol convencional; a lo largo de ese tiempo los integrantes de cada equipo deben resolver los ejercicios antes que el otro equipo”. Cabe tener presente que “cada problema resuelto es un ‘gol’ y gana el primero en resolver los tres, o, de acabar el tiempo, el que más haya resuelto”. A estos partidos acude como ‘árbitro’ un miembro de la ANEM, “que asegura la imparcialidad y decide si la solución aportada es la correcta y los tiempos en los cuales los problemas han sido resueltos”.
Al ser interuniversitario, “las pruebas se realizan principalmente on-line, aunque muchos partidos se llevan a cabo presencialmente, sobre todo aquellos entre provincias vecinas o cuando hay dos equipos en una misma provincia, como es el caso de Madrid”. Al ser tantos jugadores, “con clases y diversidad de proyectos y vidas”, organiza el partido el delegado, que pone fecha y se asegura de que el equipo tendrá jugadores suficientes ese día, así como un sitio para juntarse y poder intercambiar ideas”. Álvaro Otero explica que “es una actividad ‘multimodal’ en el ámbito de las matemáticas” y agradece “poder dar visibilidad” a su disciplina. Además, a lo que conduce competir es a que “cada semana tenemos la oportunidad de llevar nuestras habilidades al límite y da un ‘subidón’ difícil de describir”, dice textualmente. Se hace ‘vestuario’: “Disfrutamos mucho el periodo pre y pospartido; algunos miembros del grupo salimos a comer, merendar o cenar y así nos ponemos al día”.