Así lo afirma la investigadora de la UAL, Inmaculada Gómez, que estudia el papel de las familias y sus comportamientos con sus hijos en el ámbito del hogar.
Una de las principales líneas de investigación de la profesora Inmaculada Gómez y de su grupo ‘Avances en Intervención y epidemiología con infancia, adolescencia y familias’ es trabajar con familias “que tienen chicos con mucha ansiedad y se sienten fracasados porque no llegan a los listones del mundo social y educativo”. Tras varios años de estudio, Gómez afirma que “la situación de la infancia es mucho más rica que la que tuvimos los que pasamos de los cuarenta, a nivel cognitivo, de tecnologías pero detectamos que, a veces, es una infancia estresada y con problemas emocionales”.
Este grupo de investigación, que fue creado en 2010, es de transferencia de conocimiento más que de producción científica en sus tres líneas de investigación sobre: la aplicación de terapias psicológicas de tercera generación, el papel de las familias y el trabajo con competencias e inteligencia emocional. Está formado por un total de 14 investigadores, la mayoría profesionales de entidades públicas y privadas de Almería y de Granada. Estos profesionales del ámbito de psicología clínica y de la salud, de orientación escolar y educación, y del ámbito socio-comunitario y jurídico han revelado que empiezan a existir familias que se sienten desbordadas en su lucha de ser excelentes padres.
La investigadora principal detalla que “en general tenemos unos menores sanos porque hay muchos profesionales dedicados a la infancia, dentro del ámbito de la Salud pública, Educación, ámbito Social… por lo que los niños y niñas están más protegidos, sin embargo, descuidamos a veces su educación emocional”. Cuestión distinta ésta a la extendida hipótesis de que hoy en día se ha producido una pérdida de valores. Gómez insiste en que no es así, “lo que ha cambiado son los estilos de vida porque tenemos niños que son nativos digitales, sus redes de interacción son diferentes pero eso no tiene por qué ser ni mejor ni peor”. El problema, no obstante, está en que “de nuevo las familias, los padres, llegan a perder la supervisión del uso de esas tecnologías y en este caso no van al ritmo que van sus hijos”.
Precisamente, un trabajo que están realizando estos investigadores se centra en evaluar el comportamiento de los padres con sus hijos dentro de casa. Como resultado, han detectado que hay familias y niños con alteraciones psicológicas. Por eso, el objetivo es saber si la familia es un factor de riesgo o de protección. En dicha investigación se está profundizando a través de un proyecto financiado inicialmente por la Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología (AEPCP) a nivel nacional, y el plan propio de investigación de la UAL. Con estos recursos están validando la eficacia de un cuestionario para medir estilos educativos parentales, es decir, cómo se manejan los padres con sus hijos en casa.
Algunos resultados ya han sido publicados en dos libros titulados “Familia feliz: Los problemas en la infancia y el papel de los estilos educativos de los padres.” y “Aprendiendo a ser padres: El arte del sentido común”. En éstos se desvela que “los padres carecen de algunas competencias emocionales, llegan estresados a casa y no existe ese control emocional que deberían de tener por lo que no canalizan sus emociones cuando están con sus hijos”. A esto hay que sumar que existen también familias con un estilo de educación muy inquisidor, demasiado vigilante y súper protectoras.
Además de estas publicaciones, este grupo de investigación de la UAL organiza y/o participa en actividades formativas para el Observatorio de la Infancia, la Escuela Andaluza de Salud Pública y el Centro de formación de profesores así como cursos propios de formación continua en la UAL, sobre Especialista en violencia de género en el mundo de la igualdad, un Máster de Intervención en Trastornos Psicológicos en Infancia, y el Máster de Atención Temprana del que aún está abierto el plazo de inscripción.
En otro proyecto de investigación, financiado por la Junta de Andalucía, están usando la realidad virtual para mejorar la vida de niños con diferentes enfermedades crónicas. Se trata de enseñarles qué tipo de enfermedades tienen, explicarles qué es la ansiedad y otros problemas emocionales, hacer un repaso sobre las fortalezas psicológicas; expresar y reconocer las emociones, y llevar a cabo actividades de crecimiento personal y planes de futuro.