Un grupo de cinco investigadores, cuatro de ellos de la Universidad de Almería o vinculados a la misma, publican un nuevo método que predice el valor acumulado de CO2 en su interior durante las horas de apertura, con el que fijar el número máximo de visitas y en qué régimen se hacen.
Con un artículo que tiene por título ‘Modeling carbón dioxide for show cave conservation’, publicado en la revista ‘Journal for Nature Conservation’ a principios de este año 2019, los autores del estudio trasladan el contenido de su investigación, llevada a cabo en la Cueva de ‘El Soplao’, en Cantabria, para que pueda ser aplicado por cualquier órgano gestor de este patrimonio natural. El objetivo perseguido es proponer un nuevo método para determinar el número máximo de visitantes que una cueva turística puede acoger durante los meses de gran afluencia para no sobrepasar un determinado valor de CO2, clave para preservar su integridad natural. Consiste en relacionar la concentración del referido dióxido de carbono con la cantidad de visitantes mediante modelización matemática, con el objetivo de predecir los valores a lo largo de las horas de apertura de la cueva, ello a partir del valor de CO2 al inicio de la jornada.
Utilizando este método, se puede encontrar el número máximo de visitantes que garantiza que la concentración de dióxido de carbono no excede valor crítico que pone en riesgo la conservación de la cueva, y además ofrece la opción de simular todos los distintos regímenes de visitas. Así, los gestores de la instalación pueden fijar un horario ininterrumpido, o descanso cada dos horas, o la fórmula más adecuada, tras determinar cuál de ellos permite un mayor número de visitantes sin aumentar el impacto en la cueva. Los investigadores han subrayado precisamente el hecho de que este método puede resultar de gran utilidad no solo para quieres las gestionan, ya que pueden determinar cuántos visitantes y cómo pueden entrar de modo seguro para la protección del medio subterráneo, sino que es, en definitiva, beneficioso para la sociedad en general, ya que las cuevas turísticas forman parte del patrimonio natural.
Dos de los autores forman parte del Centro Andaluz para la Evaluación y Seguimiento del Cambio Global, adscrito a la Universidad de Almería, como es el caso de Emilio Guirado, que es también investigador del Instituto Andaluz Interuniversitario en Data Science y Computational Intelligence de la Universidad de Granada, y José María Calaforra, catedrático del Departamento de Biología y Geología de la Universidad de Almería. Junto a ellos han trabajado en el proyecto Ana D. Maldonado, perteneciente al grupo de investigación Análisis de datos de la Universidad de Almería, Juan José Moreno-Balcázar, catedrático del Departamento de Matemáticas de la UAL y miembro del Instituto Carlos I de Física Teórica y Computacional de la UGR, y Darío Ramos, que es profesor del Departamento de Matemática Aplicada, Ciencia e Ingeniería de los Materiales y Tecnología Electrónica de la Universidad Rey Juan Carlos.
Para más detalles sobre los resultados en la Cueva de ‘El Soplao’, si bien este método puede ser aplicado a otras cuevas turísticas con gran afluencia de visitantes, cabe destacar como uno de los más relevantes desde el punto de vista de la gestión que lo más aconsejable para esta cueva era no superar las 2.004 visitas por día, utilizando un régimen ininterrumpido de visitas de 12 horas. Las simulaciones de regímenes con descansos permitieron un mayor número de visitas durante las horas de apertura sin exceder nivel de CO2 crítico, sin embargo, el número total de visitantes diario es menor. Es decir, el dióxido de carbono de la cueva aumenta al mismo nivel que en el caso del régimen ininterrumpido, pero menos turistas pueden visitarla. Así, al concentrar a más personas por hora, el nivel de CO2 sube más rápido, y aunque haya un descanso entre una sesión y la siguiente, dicho nivel de dióxido de carbono no se recupera a los niveles del inicio del día y además vuelve a aumentar rápidamente debido a la siguiente entrada masiva de visitantes.