Logra el tercer puesto de entre los más de dos mil trabajos publicados en 2020, en la Revista Agronomy, firmado por Mónica Duque como investigadora principal, junto a Luis J. Belmonte, José Antonio Plaza y Francisco Camacho.
Con gran satisfacción ha recibido un grupo de investigadores de la Universidad de Almería la noticia de que se les otorga un reconocimiento de muy alto nivel por un trabajo conjunto reciente. Se trata de un artículo publicado en Agronomy, que ha sido considerado por parte de los responsables de esta revista como el tercero mejor de entre el total de 2.019 que salieron durante el año 2020. Con un JCR-Q1, Agronomy es muy reconocida en el área de Agronomía a escala mundial, y también en otras áreas en las que estos investigadores hacen publicaciones transversales. En este caso concreto, el trabajo premiado ha llevado por título ‘The Management of Agricultural Waste Biomass in the Framework of Circular Economy and Bioeconomy: An Opportunity for Greenhouse Agriculture in Southeast Spain’.
Su firmante principal es Mónica Duque, ingeniera ambiental y máster en Desarrollo Local Sostenible, actualmente investigadora predoctoral en formación del Departamento de Agronomía de la UAL. Este artículo formará parte de su tesis, por compendio de publicaciones científicas, titulada ‘Evaluación de la gestión de la biomasa residual agrícola para la obtención de bioproductos en el marco de la bioeconomía circular. El caso de la agricultura intensiva en el sureste español’. La dirigen los profesores Francisco Camacho y Luis J. Belmonte, ambos también autores de la publicación premiada por Agronomy junto a José Antonio Plaza. Unen los cuatro las áreas de Agronomía y Economía Aplicada, y todos forman parte del CIAIMBITAL, el Centro de Investigación en Agrosistemas Intensivos Mediterráneos y Biotecnología Agroalimentaria de la UAL.
Esta investigación se centra en el análisis del potencial de la biomasa residual agrícola producida en los invernaderos almerienses y la importancia de las prácticas de aprovechamiento y/o valorización como estrategia para avanzar a un modelo de producción hortofrutícola más sostenible y circular. Las principales contribuciones que realiza el trabajo son tres: “una caracterización de los principales cultivos hortícolas protegidos y estimación de la biomasa residual agrícola de los invernaderos, la identificación de las alternativas de aprovechamiento de la biomasa residual agrícola y las oportunidades para los productores hortofrutícolas, y, por último, una evaluación económica de la autogestión de los residuos agrícolas para analizar la viabilidad de su implantación como estrategia de sostenibilidad”.
Los autores han desvelado que “los hallazgos de este estudio muestran que la biomasa residual generada en los invernaderos de Almería tiene un alto potencial de aprovechamiento”. No solo eso, sino que “los resultados obtenidos de la evaluación económica demuestran que la alternativa de autogestión de residuos biomasa en las explotaciones, es rentable, concretamente de los cultivos de tomate”, además de que “la práctica de abonado en verde reduce tanto la producción de residuos como el impacto ambiental y los costes de gestión de este tipo de residuo”. En este sentido, han sentenciado que “el apoyo gubernamental es vital en cuanto a la realización de campañas de sensibilización y de actividades de formación, sin olvidar las ayudas económicas que contribuyan a compensar los gastos adicionales derivados de la adopción de prácticas sostenibles y circulares en las explotaciones agrícolas”.
A su juicio, “la incorporación de la bioeconomía como objetivo específico para el crecimiento y evolución del sistema productivo almeriense sigue siendo un reto considerable”. Sí es cierto que se está en el camino de la investigación y que las aportaciones que se realizan desde la ciencia, transferidas en este caso desde el ámbito académico, dan claves que pueden facilitar esa transición y, además, convencer de que es lo adecuado y necesario. La repercusión internacional del artículo ha sido muy elevada, y de ahí este reconocimiento del tercer premio de Agronomy, consistente en un certificado acreditativo y en 500 francos suizos de gratificación, si bien la más importante recompensa va más allá: “A los investigadores que empiezan les supone una buena dosis de ánimo”.