Ya es una realidad la primera guía mundial sobre el uso de los nuevos ‘fármacos antiobesogénicos’, que se ha impulsado desde la EASO – Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad dado el alto interés social que han despertado y la necesidad de unas buenas prácticas en su administración. Ha sido publicada en la prestigiosa revista ‘Nature Medicine’ este mismo jueves, día 2 de octubre, y la Universidad de Almería ha participado activamente en su consecución. Lo ha hecho a través de Borja Martínez, investigador Ramón y Cajal de su Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina, integrado a plenos efectos en un equipo internacional de expertos liderado por la doctora Andreea Ciudin, Hospital Universitario Vall d’Hebron y Universidad Autónoma de Barcelona, por la profesora Barbara McGowan, Guy’s & St Thomas’s Hospital NHS Foundation Trust, de Londres, y el profesor Volkan Yumuk, presidente de la EASO y perteneciente a la Universidad de Estambul-Cerrahpaşa.
Junto a otros especialistas de referencia mundial, se ha llegado a la conclusión de que la semaglutida, principio activo de Ozempic, y la tirzepatida, principio activo de Mounjaro, deberían ser el tratamiento de primera línea para las personas con obesidad frente a la mayoría de sus complicaciones, según este nuevo marco para el tratamiento farmacológico de la obesidad. En palabras de Ciudin, “aunque existen varias opciones en el mercado, la realidad es que la semaglutida y la tirzepatida son tan efectivas que deberían ser la primera elección en casi todos los casos”. En los últimos años, el número de fármacos disponibles para tratar la obesidad ha aumentado de forma constante y seguirá creciendo, ofreciendo a los clínicos más herramientas con distintos mecanismos de acción que se pueden combinar con cambios en el estilo de vida.

Dado que cada medicamento difiere en su eficacia para la pérdida de peso y en sus efectos sobre las complicaciones asociadas, la terapia personalizada se ha convertido en una necesidad. El nuevo algoritmo desarrollado por la EASO toma como criterio central la presencia o ausencia de complicaciones relacionadas con la obesidad, evaluando cada fármaco en función de su eficacia en la pérdida de peso, su impacto sobre dichas complicaciones y su perfil de seguridad. McGowan ha subrayado que “es el primer marco guiado por la presencia o ausencia de complicaciones, ya que la pérdida de peso no es el único objetivo del tratamiento cuando existen comorbilidades”.
Aunque de aprobación relativamente reciente, la evidencia científica sobre semaglutida (agonista del receptor GLP-1) y tirzepatida (agonista dual de los receptores GIP y GLP-1) crece rápidamente. Los resultados de ensayos clínicos y metaanálisis muestran que ambos fármacos deben considerarse como primera opción cuando se necesita una pérdida sustancial de peso. Para reducciones más modestas, se contemplan alternativas como la liraglutida, la combinación naltrexona–bupropión o fentermina–topiramato. En lo que respecta a las complicaciones, los autores diferencian entre ‘enfermedades de la masa grasa’, las más ligadas a problemas mecánicos, y ‘enfermedades de la grasa enferma’, las vinculadas a alteraciones metabólicas e inmunológicas. En ambos casos, semaglutida y tirzepatida se sitúan como tratamientos de primera línea.
Como ejemplos ha puesto que “en apnea obstructiva del sueño la tirzepatida es la opción prioritaria según la evidencia disponible”, que “en artrosis de rodilla la semaglutida es la más eficaz para la reducción del dolor” y que “en enfermedades metabólicas, como prediabetes, diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular, insuficiencia cardíaca o MASH, los datos respaldan especialmente el uso de semaglutida y tirzepatida como primera elección”. El estudio también aborda las implicaciones económicas de estos nuevos fármacos, conocidos como incretinas, destacando que el coste de no tratar la obesidad en fases tempranas, permitiendo la progresión hacia complicaciones graves, debe valorarse en igualdad de condiciones en las decisiones de salud pública y clínica.
La doctora Barbara McGowan ha insistido precisamente en la necesidad de personalizar el tratamiento: “La elección terapéutica debe considerar la gravedad de la obesidad, la presencia y extensión de las complicaciones, otras comorbilidades, tratamientos concurrentes, así como el contexto socioeconómico, los valores y objetivos de cada paciente”. A esto Borja Martínez ha añadido que “es importante tener en cuenta que la mayoría de los medicamentos no se han evaluado de forma específica para cada complicación, lo que deja vacíos en el conocimiento sobre su potencial completo”. Ha precisado al respecto que, “no obstante, el horizonte terapéutico es prometedor, ya que podrían beneficiar también a enfermedades renales crónicas, trastornos neurodegenerativos, síndrome de ovario poliquístico, ciertos tipos de cáncer y problemas de salud mental”.
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