Javier J. Amores, investigador postdoctoral en el Departamento de Sociología y Comunicación de la Universidad de Salamanca, es uno de los ponentes del Curso de Verano ‘Discursos del odio’ que ha llegado este martes a su ecuador.
Los Cursos de Verano de la Universidad de Almería están dando cabida esta edición a expertos que están debatiendo e informando sobre los efectos y contenidos de los discursos del odio en el marco del seminario que lleva este nombre.
El contenido abarca el análisis de esta problemática a nivel internacional, pero también nacional. Y en este campo Javier J. Amores, investigador en el Departamento de Sociología y Comunicación de la Universidad de Salamanca, es un experto. Su presencia en este Curso de Verano ha venido a arrojar luz sobre el trabajo que realizan en el Observatorio de Contenidos Audiovisuales desde hace aproximadamente 7 años. En este tiempo, Amores explica que han analizado los discursos del odio en redes sociales, principalmente en Twitter, Facebook y Youtube, centrados en el racismo y la xenofobia.
“Lo que hemos visto confirma las encuestas sociológicas europeas y de españolas sobre la evolución de delitos de odio, que reflejan que se viene produciendo un incremento. Desde 2015/2016 han venido aumentándose todo tipo de delitos de odio en las redes sociales, donde cada vez son más y más radicales”.
A nivel general, según el informe de evolución de delitos de odio del Ministerio del Interior se registran anualmente entre 1.000 y 1.200 delitos de odio. “La principal razón es el racismo y la xenofobia, la segunda la orientación sexual y violencia de género y la tercera la ideología política. El racismo y la xenofobia viene registrando entre 600y 700 delitos anuales, de los cuales un porcentaje muy pequeño son condenados como delito”.
Amores defiende la importancia de monitorizar estos discursos “porque hay estudios que reflejan que pueden ser la antesala de agresiones físicas”.
En cuanto a las razones que han provocado este aumento de discursos del odio en los últimos años, “tiene múltiples razones y barajamos muchas hipótesis, pero una de las variables son los discursos mediáticos. Es verdad, que los medios no difunden discursos de odio explícitos, serían minoritarios los casos, pero sí se dan procesos de palabras, gestos, terminología de estereotipificación de los grupos minoritarios que hacen que se criminalicen, se discriminen y estigmaticen. Se va naturalizando el proceso de estigmatización, que hace que esas ideas salten de los medios e instituciones, que son altavoces, la sociedad y ésta las acoja y naturalice”.
Para Javier J. Amores, el papel de las redes sociales es también fundamental al hablar de este incremento. “Las características de muchas de ellas, como es la pérdida de ciertos sesgos de aceptabilidad, de aceptación social, hace que las personas se amparen en las redes sociales para expresar cosas que no dirían en un entorno real, por miedo a la exclusión. También ayuda la rapidez de con la que propagan los contenidos”.
El trabajo que realizan desde el Observatorio de Contenidos Audiovisuales ha conseguido vislumbrar quienes se encuentran detrás de la propagación de los discursos del odio. “Casi toso los medios y agentes sociales desinforman, pero se percibe una clara tendencia de los grupos de ultraderecha, ultraconservadores en la desinformación o ciertos discursos de odio extremo para estigmatizar o discriminar a colectivos minoritarios, calificados tradicionalmente como vulnerables, que son su objetivo”.
Los intereses detrás de la propagación de estos discursos, en el caso de los racistas y xenófobos son legitimar ciertas medidas anti inmigración para polarizar a la gente y que pidan, por ejemplo, el cierre de fronteras o llegar al poder capitalizando esos discursos. Esto lo vemos constantemente. En España, en concreto son discursos muy cercanos a Vox”.
La solución, además de la educación desde niños para identificar estos discursos de odio polarizados, distinguir la información de la desinformación y no compartir discursos de odio muy extremos, pasa por la verificación de las cuentas en las redes sociales. “Es algo a lo que hacen caso omiso, sobre todo Twitter. Con eso se acabaría con gran parte del problema, puesto que se acabaría con la masificación y viralización a gran escala y, además, se acabaría con las cuentas fantasmas automatizadas que en pocos segundos multiplican los mensajes extremistas polarizados de odio para tratar de conducir a la opinión pública, hacer ruido y contaminar”.
El ponente ha explicado que sería una medida de gran calado, ya que las sanciones o bloqueos de ciertos contenidos no dan los frutos esperados. “Estos colectivos usan estas sanciones para victimizarse y hacerse más fuertes y se van a otras redes sociales. Al final se radicalizan más aún, por lo que no veo que esa sea una solución real”.