‘Almería, cuna del sol y de las energías renovables’ es una de las propuestas más esperadas de los Cursos de Verano, y ha arrancado de la mano de Omaira García, de la AEMET, dejando claro que medios y política “mezclan dos conceptos que son distintos” y remarcando la necesidad de “tecnologías de desarrollo de producción energética para compensar las emisiones de gas de efecto invernadero”
El curso de mejor valoración, de entre las altas notas generales que habitualmente cosecha el programa de la Universidad de Almería, es ‘Almería, cuna del sol y de las energías renovables’, una oferta que vuelve un verano más muy cargada de interés y de ponentes de primer nivel. Su planteamiento surge de que el aumento de la población y la mejora en la calidad de vida han generado un mayor consumo de energía, lo que se ha convertido en un desafío global ante el que las energías renovables, de modo especial la solar, ofrecen soluciones clave para reducir la huella de carbono en la industria y la sociedad.
El sol se presenta como fuente natural e inagotable, por lo que se le considera ‘fundamental’ en los sistemas energéticos. A lo largo de las ponencias que forman parte de este seminario se abordarán las diversas tecnologías para aprovechar su energía, sabiendo que Almería, por contar con uno de los mayores números de horas de sol al año en Europa, se destaca como un referente en este campo. Dirigido por Joaquín Alonso y patrocinado por Naturgy, reúne a expertos que exploran cómo aprovechar esta fuente en beneficio de la industria y de la sociedad y ha contado con Amalia Magán, directora de los Cursos de Verano, ofreciendo la bienvenida a su alumnado.
Omaira García, doctora en Física por la Universidad de La Laguna y experta en la monitorización de la composición atmosférica empleando técnicas de teledetección remota, ha impartido la conferencia ‘Cambio climático, gases de efecto invernadero y energías renovables: presente y futuro’. Ante todo ha resaltado la idoneidad de ofrecer un curso de verano sobre esta temática, porque supone “una oportunidad única de que los alumnos puedan complementar la formación que tradicionalmente tienen en los grados”, además de que “es una forma de que otros ponentes de tejidos industriales, de la sociedad, de otros organismos, puedan contarles lo que hacen y tengan perspectivas desde otros mundos que no son los tradicionales de la universidad”. De este modo, “es una herramienta fundamental para complementar su formación y abrir ciertas ventanas a lo que se hace en otros ámbitos de la sociedad”.
En su caso, desde 2010 es responsable del programa de investigación de Espectrometría de Infrarrojo por Transformada de Fourier (FTR) del Centro de Investigación Atmosférica de Izaña (CIAI), dependiente de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), que opera el único sistema FTIR que actualmente existe en España para la monitorización de la composición atmosférica. Su aportación ha sido de enorme interés, ofreciendo la charla introductoria del curso: “He explicado qué factores afectan a esa radiación, a esa cantidad de energía que llega a la superficie de la tierra, y lo que queda disponible para que sea aprovechada en las tecnologías energéticas que se desarrollan también en esta región”. Ha subrayado que “es importante tener el concepto de lo que está llegando ahora y de lo que va a ocurrir a futuro, o sea, cómo el calentamiento global va a afectar al balance de energía en el futuro y cómo va a afectar obviamente a la cantidad de energía potencial para el desarrollo energético”.
Esto justifica “que cada vez sea más necesario incidir en esas tecnologías de desarrollo de producción energética para compensar o mitigar, en cierta medida, las emisiones de gas de efecto invernadero, que al final son los grandes promotores del calentamiento que estamos observando”. En ese sentido, las actividades del programa FTR en el que Omaira García trabaja se centran en la continua monitorización de diversos gases traza atmosféricos, como son los gases de efecto invernadero, las especies relacionadas con la destrucción de la capa de ozono o el vapor de agua e isótopos, entre otros, y el desarrollo de nuevas estrategias para su observación. Además, también su misión es la validación de observaciones de satélite y estimaciones de modelos climáticos, y todo el conjunto de sus aportaciones se encuentra en más de un centenar de artículos científicos publicados, revisados por pares, más de 200 congresos internacionales y numerosos proyectos de investigación en los que ha participado o incluso dirigido.
García ha advertido de que “a veces se mezcla por simplicidad, en los medios de comunicación o en el ámbito político, lo que es el calentamiento global y lo que es el cambio climático, y se ensucian de alguna manera los dos conceptos”. Ante esto, ha explicado que “el calentamiento global es un hecho observado a nivel global, sobre el que puede haber ciertas discrepancias de opinión, cierta controversia, pero es mínima porque hay registros científicos que lo demuestran a nivel mundial, y otra cosa es las consecuencias climáticas de ese calentamiento global, o sea, lo que se denomina cambio climático, y ahí puede haber más o menos incertidumbres, puede haber más o menos debate dependiendo de cómo se hagan las proyecciones a largo plazo, cómo pensemos que va a evolucionar el sistema climático y se vaya a adaptar a esos aportes extra de gas efecto invernadero, por ejemplo”.
La científica canaria ha enfatizado sobre que debe quedar claro que “son conceptos diferenciados, aunque se interrelacionen mucho o se muestren mezclados en la prensa o en la política, y se simplifique hablando solo de cambio climático”, antes de abordar otro eje fundamental, como es la medición de valores: “Hay que reforzar los sistemas de observación, es necesario establecer sistemas continuos, permanentes, de monitorización de las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente como los promotores del calentamiento global para saber quién está emitiendo, dónde se está emitiendo, qué cantidad se está introduciendo en la atmósfera… porque de esa manera podremos establecer políticas de mitigación y control, o de adaptación, en un segundo plano”.