Más allá de su uso tradicional como fertilizante, la biomasa puede convertirse en generadora de empresas a partir de sus muchas aplicaciones. De ella se pueden extraer aditivos para la alimentación humana, crear alimentos para animales, bioplásticos o biocombustibles

Durante tres días el alumnado del Curso de Verano ‘Emprendimiento e innovación en la valorización de la biomasa agrícola’ ha descubierto, a través de la voz de expertos, el gran uso que se le puede dar y la gran cantidad de empresas que pueden surgir a partir de la utilización de la biomasa agrícola.

Manuel Lainez, director de la Fundación Grupo Cajamar, ha hablado de las tendencias en innovación agroalimentaria en los que la biomasa juega un papel importante.  “Normalmente, cuando pensamos en producción agraria siempre pensamos en el alimento final, sin embargo, en el proceso productivo se pierde casi un 40% de la biomasa que se convierte en residuos que se pueden transformar en productos que tienen como destino la alimentación humana. Surge así una oportunidad importante en la utilización de toda esta biomasa residual que hasta ahora, en el mejor de los casos, iba a la utilización como fertilizante”.

Sin embargo, la biomasa residual tiene muchas más posibilidades como, por ejemplo, extraer aditivos, ingredientes, que van a la alimentación humana. “De forma que estamos sustituyendo aditivos inorgánicos por otros orgánicos, que es lo que le manda la sociedad. Por otra parte, podemos transformar esa biomasa en pequeños ladrillos con los que construir productos de origen biológico que van a reemplazar todos los productos que se obtienen a través de los compuestos fósiles. Podemos generar bioplásticos  o bioproductos, unas alternativas importantes para que el conjunto de la sociedad avance hacia la sostenibilidad reduciendo gases de efecto invernadero, haciendo más larga la vida útil de los productos y avanzando así en la economía circular”.

Además, Lainez ha explicado que estos productos se pueden seguir utilizando “porque queda materia prima como carbonos o nitrógenos que se pueden usar como fertilizante para nuestros cultivos y, en última instancia, la materia prima la vamos a poder transformar en energía, contribuyendo a un mundo más sostenible y a la lucha contra el cambio climático”.

En este momento, en España hay unos 40 millones de toneladas de materia seca de biomasa que no se está utilizando y, como mucho, se utiliza en fertilización. “Estos datos demuestran que no hay que hacer un esfuerzo importante por producir, sino por recoger, concentrar y transformar la biomasa en distintos bioproductos”.

Ya se está trabajando en este sentido y hay empresas que están aprovechando esa biomasa para hacer diferentes productos que van al mercado. Lo importante, apunta Manuel Lainez, es “desarrollar tecnologías para conseguir la valorización de esas biomasas”.

En Almería, tradicionalmente, los restos de cosechas son los restos de los productos de los almacenes y se conservaban, se desperdiciaban o eran objeto de incendios. En la actualidad, algunas empresas están compostando esos restos para transformarlos en fertilizantes y hay otras empresas que están empezando a probar a generar nuevos productos a partir de biomasa producida dentro del invernadero.

En cuanto a los restos producidos en el proceso de transformación, de la preparación para la venta de las hortalizas, existen bastantes empresas que están transformando esos subproductos en distintos compuestos. “Hay algunas que están extrayendo licopeno para la alimentación humana y se está comercializando. También hay alguna empresa que está transformando esa biomasa en material plástico para luego utilizarla para la concepción de hortalizas, hay otras que están transformando sus productos en materia prima para una alimentación animal muy especializada, e incluso existe alguna línea para generar bioenergía y utilizar esa energía dentro de los invernaderos”.