Abordada con éxito por el alto nivel de ponentes y la proactividad del alumnado, la incidencia de esta problemática en la infancia y la adolescencia, con enfoque interdisciplinar. También se han analizado los ‘retos terapéuticos para los nuevos perfiles’.
Aprovechando cada minuto de los tres días que ha durado, ya ha tocado a su fin el curso de verano ‘Salud mental en la infancia y adolescencia: retos terapéuticos para los nuevos perfiles’. Uno de sus directores, el catedrático de la UAL Jaime de Pablo, no ha dudado en mostrar su satisfacción por los resultados obtenidos, y la ha expresado con rotundidad: “Ha sido un éxito, tanto en relación a los ponentes, de primer nivel, como a la participación de los alumnos, y no solo por haber copado todas las plazas, sino por su actitud de interacción permanente en cada ponencia”. Así, se ha logrado analizar esta temática “de una manera interdisciplinar, con jueces, fiscales, responsables de la Junta de Andalucía y de los centros de menores, el defensor del menor…”, y ha agradecido “el apoyo del Ayuntamiento de Purchena”. Lo ha dirigido junto a Pilar Alfonso y en los últimos en intervenir han sido José Antonio Lorente, María Teresa Salces y Álvaro Carrera.
Lorente, catedrático del Departamento de Medicina Legal, Toxicología y Antropología de la Universidad de Granada, ha abierto la última jornada abordando de modo específico cómo los avances en el campo de la medicina genómica están ofreciendo “datos muy relevantes y cada vez más contrastados sobre la salud mental y las enfermedades, tanto por alteraciones genéticas como por cambios posteriores estudiados por la epigenética”. Un ejemplo, la posibilidad de “detectar una mayor predisposición a ciertas alteraciones o en conseguir un tratamiento más efectivo al ser personalizado”, añadiendo que “todo ello encaja en lo que se conoce como la ‘medicina de las 5Ps’”, o sea, cruce entre sanidad y Big Data, personalizada, predictiva, preventiva, participativa y poblacional.
A su juicio, “esto es de especial importancia en la infancia y adolescencia, ya que puede ayudar a educadores y psicólogos a realizar un mejor pronóstico y adaptar las terapias de modo individualizado”. El también director científico de GENYO Centro Pfizer–UGR–Junta de Andalucía de Genómica e Investigación Oncológica ha impartido la charla ‘Genética, epigenética y comportamiento’, la misma que ha concluido con una reflexión “sobre la importancia que la educación y el medio ambiente tienen en el desarrollo de la persona, ya que el ser humano es más que su ADN, y no todo depende de la genética”. Así, “una buena educación y un tratamiento psicológico y pedagógico adecuado pueden superar muchos de los límites que marca la genética ya desde el propio nacimiento de una persona”.
Ha catalogado el curso como “brillante, porque da un enfoque multidisciplinar con expertos jurídicos, psicólogos, pedagogos, médicos, sobre todo de profesionales que están en el día a día enfrentándose a estas nuevas realidades”. Por ello, ha deseado que tenga continuidad: “El desarrollo de la genómica y la velocidad a la que evoluciona la sociedad, lo justifican”.
Por su parte, María Teresa Salces, asesora responsable del Área de Educación e Infancia y Adolescencia de la oficina del Defensor del Pueblo Andaluz, ha seguido con su intervención relativa a la perspectiva de la institución a la que ha representado, ‘garante de derechos’. Ha sido rotunda al afirmar que “el tema de la salud mental infantil sigue siendo una asignatura pendiente, no solamente del sistema sanitario público, sino incluso de todos los poderes públicos”. Ha recordado que “son muchos los problemas” y que estos “inciden en todos los aspectos de la vida de los niños que padecen estas enfermedades. Uno de los principales retos que ha planteado es el de la estigmatización: “Desde siempre se ha visto como algo que había que ocultar para no ser etiquetado, lo que ha hecho que esas patologías no salgan a la luz”.
Ha continuado su enumeración de problemas con “la falta de medidas preventivas, a pesar de que cada vez estos los casos sean más numerosos”. En ese aspecto ha dibujado diversos ámbitos, como el sanitario, “especialmente ante la depresión infantil”, el escolar, “porque el colegio es un instrumento fundamental para poder prevenir y visualizar estas patologías”, y el familiar, “con técnicas de parentalidad positiva”. El tercer reto es “la falta crónica de recursos públicos para salud mental de los niños y niñas”, con tres niveles de atenciones: “El pediatra, que no está especializado y la enfermedad no se visibiliza, la salud mental comunitaria, para los casos menos graves que pueden ser tratados, y las Unidades de Salud Mental Infantil y Adolescente, que llevan muchos años ya estando saturadas”. En las mismas hay “profesionales magníficos, comprometidos, vocacionales, pero que no pueden ver a los niños y a las niñas durante el tiempo que resulta imprescindible, así que lamentablemente prevalecen los tratamientos farmacológicos ante los asistenciales”.
En esa línea ha dado el dato de que “España es uno de los países que más antidepresivos y ansiolíticos prescribe a niños”, además de que afecta de modo especial “a los colectivos más vulnerables económicamente” que no pueden pagar tratamientos privados. De ahí ha pasado a un tema muy grave, “el incremento, después de la pandemia, del suicidio infantil”. Las estadísticas van en aumento y “se trata de no hablar de él”, y sí, “estamos ahora mismo en un punto en el que se empieza a hablar, pero hablar no es suficiente; hay que seguir avanzando”, ha dicho. El último punto de los retos lo ha situado en “los graves problemas que el sistema de protección de la infancia tiene con los menores tutelados, muchos con problemas de salud mental, sin tener los recursos especializados”. Eso sí, “cuando estos niños ya superan determinados límites pasan al siguiente sistema, el de justicia juvenil, que sí les ofrece la atención que precisan, pero eso es ‘matar moscas a cañonazos’, que para que se le pueda atender correctamente, tenga que delinquir”.
Ha acompañado su charla con relatos muy conmovedores de padres y madres que se dirigen a la Defensoría expresando impotencia y ha añadido la necesidad de que Andalucía tenga un protocolo ante el suicidio infantil, como en otras comunidades autónomas, y ha puesto a su vez el foco en que “los recursos no han ido al compás del crecimiento de los problemas de salud mental”. El Defensor del Pueblo Andaluz reclama “que la salud mental sea una prioridad en las agendas públicas”, con “disminución del tratamiento farmacológico a través de un aumento de las plantillas de psicólogos y psiquiatras infantiles”, y más apoyo a familias y asociaciones.