La arquitecta Eva Morales formula preguntas y da respuestas durante el seminario ‘Emprendimiento social’, poniendo como fondo que la pandemia y el confinamiento han venido a reforzar las ideas clave de “la importancia de conectar el diseño de los espacios con la salud de las personas, con la salud del medioambiente y con las relaciones de vecindad”.
“El tema del curso es muy relevante, y no es que antes no fuera importante, pero la COVID-19 ha dejado ver, ha puesto sobre la mesa, hemos sentido más en nuestros cuerpos, que el espacio ha tenido un papel relevante; nos han metido en la casa, y esto ha generado otro tipo de relaciones entre las personas, pero también nos ha hecho sentir el espacio que tenemos, o no tenemos, las carencias o las desigualdades de un modo mayor y mucho más latente”. Así lo ha expresado Eva Morales, doctora en Arquitectura y profesora de la Universidad de Málaga, que ha participado en los Cursos de Verano de la UAL, más que como una docente, desde su faceta de socia de la Cooperativa Cotidiana de arquitectas: “Trabajamos desde el punto de vista espacial, tanto las viviendas, el espacio de vecindad y el barrio, pero incorporando aspecto social de mejora de la adaptabilidad de los espacios a las personas, con perspectiva de género, que es importante incluir en el diseño de esos espacios, y con perspectiva medioambiental y bioclimática”. Conoce a Isabel Guirao por CAIS, el Consorcio Andaluz de Impulso Social, al que su cooperativa incorpora “la importancia de la mejora de los espacios”, lo que ha deja claras las sinergias que la encajan a la perfección en este seminario de la Universidad de Almería titulado ‘Emprendimiento Social: transformando espacios y relaciones’. Su comienzo, “la introspección del ‘yo’ que ha producido la pandemia”, un ejercicio de “refugio individual” y, a partir de ahí, “exigir otro modelo de espacios”.
Morales ha remarcado que Cotidiana cruza los elementos antes citados y sobre esa amalgama resultante traza sus “proyectos más estratégicos, pluridisciplinares, de mejora de hábitat”, así como sus “proyectos de arquitectura propiamente dicha” y que realizan igualmente “trabajos en entornos educativos, docencia e investigación, dentro de esas líneas”. En ese contexto se ha desarrollado su charla, la inicial del segundo día del curso, en la que ha dejado claro que la COVID-19 “refuerza la importancia de conectar el diseño de los espacios con la salud de las personas, con la salud del medioambiente y con las relaciones de vecindad”, y eso va en consonancia con las líneas de trabajo de Cotidiana: “Hago preguntas muy sencillas sobre el espacio que habitamos, la casa, los espacios de vecindad, las relaciones con los vecinos y cómo gestionamos nuestra vida cotidiana, y con ellas se dejan ver cuáles son los valores sobre los que fundamentalmente nos movemos en el día a día, para después plantear por qué no establecer otro tipo de estrategias cotidianas y de relaciones de apoyo mutuo para otra ciudad posible, y en ese sentido articulamos esas escalas de casa, comunidad, vecindad y barrio, y también articulamos las distintas líneas de lo social, lo ambiental y lo arquitectónico”. Todo ello se recoge en “una serie de elementos que es importante poner en valor, en los que lo cooperativo y la ayuda mutua efectivamente sí posibilitan otras formas de habitar”.
Ejemplos los hay, y muchos, “iniciativas emergentes que se concretan no solo en España sino en toda Europa y el resto del mundo, de otro tipo de modelos habitacionales, como el cooperativo, y luego otra serie de estrategias de mejora de barrio y de hábitat que se definen por una interrelación de actores con la administración pública, con los técnicos y con la comunidad para cogestionar el espacio habitado”. Los conceptos más grandes “aterrizados” en estrategias concretas, Eva Morales ha considerado clave en todo ello que se sepa que “hay estudios de bastante interés que nos dejan ver que esto es posible, no es un ideario de lo posible, cómo se pueden concretar en el día a día”. Sobre la idea fundamental de ‘la ciudad para las personas’ es importante aplicar la perspectiva de género: “La ciudad ha estado pensada desde un perfil social de hombre en edad de trabajar, por lo que lo productivo ha sido lo importante, se han diseñado los espacios teniendo en cuenta esos usos, mientras que los espacios de cuidados y reproductivos han estado en segundo plano, lo que además ha repercutido en la invisibilidad de una serie de tareas que tradicionalmente, y todavía aun por desgracia, es ‘de mujeres’”. Y es que “el diseño de espacios tiene un objetivo y en función de quien hace el diagnostico el objetivo es distinto”, así que “hablar de urbanismo de género es estas tareas de cuidado y reproductivas, que requieren otro tipo de movimientos por la ciudad y otra necesidad de espacios, que no son solo para mujeres, sino para todas las personas”.
Mención especial dentro de la perspectiva de género ha hecho esta especialista a “los sectores más vulnerable, que necesitan ser más incluidos y que se benefician de ella”, así como “el papel que tienen los niños, porque en la ciudad hay elementos de amenaza de su seguridad, porque no se les pone ni a ellos ni a su juego en primera persona”, y en ese sentido “el diseño del espacio público está muy mediatizado por la movilidad y los coches y no tanto para el uso y disfrute”. Por todas estas razones, y a la vista de todo el programa de ponencias de las que se acompaña la suya, Eva Morales no ha dudado en afirmar que “este curso es muy potente y estoy encantada de participar en él”, textualmente, “porque cada vez más considero que las propuestas deben venir desde ámbitos multidisciplinares”. No le cabe la menor duda de que “las arquitectas solas no vamos a diseñar la ciudad, porque todos sabemos de los espacios, y la gente que se dedica a la inclusión y al acceso a la vivienda vive esa parte de la que yo me alimento, es como la parte intangible de lo que luego puede ser tangible; no es renunciar a la profesión de arquitecta, pero sí integrarnos en equipos de trabajo en los que estos lenguajes se incorporen”, reconociendo que “un problema de esta profesión es que se ha separado de los problemas reales”. Por lo tanto, cree que “en la conjunción de actores y disciplinas es donde podemos ser palanca de cambio”, y hay que asumir que “es un camino difícil porque no siempre se te pone en valor, a la hora de la verdad la inversión y las políticas públicas no siempre reman en esa dirección, si bien no deja de ser un camino apasionante”.
Por último, Morales ha utilizado una enseñanza recibida por parte de uno de sus profesores, que hacer el enunciado es más difícil que dar la respuesta, porque ha querido dar una llamada a un detalle de gran importancia: “Saber qué es lo que hace falta hacer es más complicado que hacerlo, porque para eso necesitas entender la realidad y acercarte a las demandas, a los problemas; para mí la arquitectura, además de ser un arte, creo en la belleza y en lo que te puede conmover la contemplación de la arquitectura, lo que no va reñido a que tiene que tener un rol social: hay veces que para responder un enunciado hacemos cosas que a lo mejor no está bien hacer, y en este sentido hay como una cierta desconexión tradicional entre el diseño y lo que es necesario, y no renuncio al diseño, que sí es importante, pero cuando es importante; todo esto es un proceso que facilita que las inversiones que se hagan sí sean las necesarias, y en el fondo es mucho más ecológico a nivel económico y medioambiental; ha dejado de ser noticias cuántos edificios se han quedado vacíos porque luego no ha habido dinero para programarlos, cuántas residencias, como se ha tratado en este curso, generan un tipo de hábito que realmente no es lo saludable… por eso hay que ir por delante y trabajando en equipo”. A las vivencias con la COVID-19 se debe sacar aprendizaje: “Ha acentuado las desigualdades, porque no es lo mismo tener un patio que no tenerlo, pero ha generado lazos de comunidad, que corroboran los procesos de ayuda mutua, y son cantidad los servicios que pueden hacer la vida más sencilla, desde lo que se ha visto de ir comprar al vecino, que es mayor, hasta compartir gastos para un sistema de depurado de agua, por ejemplo; son momentos de aprender a ponernos de acuerdo”.