Alumnado de Educación Social y Trabajo Social protagonizan una jornada de actividades de concienciación sobre el importante papel que ha tenido el feminismo en la educación y en el camino hacia la igualdad.
Aulas con más de la mitad de sus asientos vacíos, mujeres y hombres sin poder sentarse juntos en clase, futuras maestras que tendrían que firmar contratos discriminatorios para poder trabajar, ingenieras que necesitarían un permiso del Gobierno para estudiar. Así sería la Universidad si no hubiera existido el feminismo y así lo ha querido mostrar a través de diferentes acciones el alumnado de Educación Social y Trabajo Social en el campus almeriense con la actividad ‘Sin feminismo’.
A través de varias acciones han mostrado los avances y derechos que han logrado las mujeres con su lucha. “Buscamos el impacto en el alumnado y que esa mala prensa y percepción general negativa que hay ahora mismo sobre el feminismo -por noticias falsas e informaciones que no son rigurosas ni veraces- contrarrestarla y poner en valor lo que se ha ido consiguiendo a través de este movimiento social que busca la igualdad”, ha explicado Cristina Cuenca, profesora de Sociología de la UAL. Cuenca pertenece al Grupo de Buenos Tratos de Acciónenred-Andalucía en Almería, organizador del acto junto a la Delegación del rector para la Igualdad, del Vicerrectorado de Estudiantes y Empleo. Es una de las organizadoras de la actividad junto a su compañera Estefanía Acién, profesora de Antropología Social.
Para la delegada del rector para la Igualdad, Maribel Ramírez, es fundamental “apoyar todas las iniciativas que reivindiquen la igualdad real entre hombres y mujeres. Es importante el hecho de que el alumnado que ha participado haya ido enseñando lo que es realmente el feminismo, un término que está muy devaluado, y que realmente lo que busca es la igualdad”.
Esta actividad ha contado con la colaboración y dirección de la artista Yolanda Domínguez. “He intentado ayudar al alumnado a dar forma a la idea. Me han presentado un montón de propuestas muy creativas para hacer algo experiencial y les he dado mi opinión y guiado”. Con respecto a esta actividad, la artista ha indicado que le parece “mucho más efectivo hacer algo que la gente pueda experimentar y vivir como una situación real, es más intenso que simplemente contarlo. Creo que es necesario este tipo de acciones porque creo que el feminismo tiene como muy mala fama y mal nombre y uno de los objetivos de esta acción es visibilizar que es algo positivo, que gracias al feminismo hemos conseguido que una mujer pueda estudiar, y que hayamos conquistado muchos de derechos y beneficios”.
Además de un stand en el que se repartían folletos con normas básicas de los años 20 –como que las mujeres deben llevar falda o no pueden tener propiedades-, el alumnado participante, vestido de esa época, ha ido recorriendo varios espacios del campus universitario con el fin de conseguir el mayor impacto posible.
Así, en un aula de Magisterio han visualizado cómo eran las condiciones de las maestras antes de conseguir los derechos que tenemos actualmente ofreciendo un contrato con los requisitos que se les pedía en 1923 para poder trabajar. Entre ellos llevar una vida y una ropa decente o no llegar a casa más tarde de las ocho. En otras aulas han representado la orden que existía de que hombres y mujeres se sentasen por separado en las aulas, y en la Biblioteca han colgado carteles para visualizar que las mujeres que querían escribir lo tenían que hacer con pseudónimo y otro cartel con normas de decoro donde prohibían a las mujeres leer libros de contenido político, o acceder al préstamo de libros sin el permiso de su marido o padre o tutor.
Por último, en el pasillo central se ha leído un manifiesto pidiendo la igualdad y reivindicando el papel que ha tenido y tiene el feminismo en su consecución.