María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Educación y directora de la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense de Madrid, ha ofrecido en la UAL la charla ‘Avances y limitaciones en la lucha contra la violencia de género en la adolescencia y la juventud’.
En el marco de las actividades que la Unidad de Igualdad de la Universidad de Almería está llevando a cabo a lo largo de este mes de noviembre contra la violencia de género, este lunes ha visitado el campus almeriense María José Díaz-Aguado quien ha ofrecido la conferencia ‘Avances y limitaciones en la lucha contra la violencia de género en la adolescencia y la juventud’, en el Paraninfo.
María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Educación y directora de la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense de Madrid, ha explicado durante su charla los resultados de estudio realizado entre 2010 y 2020 en el que han participado 26.000 adolescentes, más de 7.000 docentes y más de 600 equipos directivos de centros educativos no universitarios. Este estudio tiene como objetivo conocer los avances que se han producido en la última década en la lucha contra la violencia de género, considerando como indicadores de los avances y las limitaciones lo que sucedan en la adolescencia.
«Se han recogido los datos en 2010, 2013 y 2020 y en esta comparación se ve un incremento importante de la violencia de género entre 2010 y 2013, que fue conocido por la sociedad y generó un enorme impacto, una enorme preocupación. Lo que provocó que pusieran en marcha campañas de sensibilización dirigidas a adolescentes para enseñarles a detectar la violencia de género desde sus inicios, a rechazarla, a combatirla, a generar modelos alternativos basados en la igualdad».
Por este motivo, para los investigadores tenía un enorme interés comparar lo sucedido entre 2010 y 2020. «Lo que ha sucedido es que ha habido una importante disminución de la violencia de género en la adolescencia, que incluso ha permitido que las violencias más frecuentes (de control y psicológica) disminuyan con respecto a 2010. Es decir, todos los incrementos que hubo en 2013 se han revertido, pero además en las dos violencias a las que se ha prestado más atención por ser las más extendidas, la de control abusivo y la de violencia psicológica, ha habido un descenso».
El estudio, que mide múltiples indicadores a través de diferentes perspectivas permite explicar por qué se ha producido este avance. «Los datos de lo que contestan las chicas haber sufrido y lo que contestan los chicos haber ejercido son muy coherentes. Por lo que los avances se concentran en las mismas violencias».
Este estudio comparativo arroja otros datos positivos como «un avance importante en el rechazo al machismo, la principal condición de riesgo, y también en lo que han dicho las familias. Por ejemplo, el consejo ‘los celos son una expresión del amor’, el número de chicos que reconoce haberlo escuchado con frecuencia en 2020 es la mitad del porcentaje que había en 2013. Las familias se han visto conmovidas por lo que han dicho las campañas, las investigaciones de las universidades, por los medios de comunicación y han reaccionado y han transmitido a sus hijos que eso no es amor, que eso es violencia, que eso es un horror».
Además, ahora los adolescentes hablan más de violencia de género con sus padres. «Se ha roto bastante ese tabú que impedía hablar de este tema con las personas más próximas: padre, madre y grupo de iguales».
Este avance se ha conseguido en buena parte con el aumento de actividades escolares de sensibilización. «Hay alrededor de 8 puntos porcentuales más de alumnos que han tratado este tema en la escuela con respecto a 2013. Y los que así lo hacen tiene menos riesgo de ser maltratadores o víctimas. Es decir, la educación y la sensibilización funcionan: nadie nace maltratador, nadie nace víctima. Nuestro papel desde los centros de formación, incluida la universidad, es enormemente importante».
Durante su intervención también ha dado datos de otro estudio que realizó con una muestra representativa de universidades españolas en 2013. De él se desprende que, pese a que los jóvenes universitarios rechazan en mayor medida el machismo que el resto de jóvenes, los datos no son tan buenos en el hecho de haber vivido o ejercido violencia de género en la pareja, ya que solo hay una leve mejoría con respecto al resto de jóvenes.
María José Díaz-Aguado ha explicado que queda mucho por hacer, puesto que la mayoría de los universitarios no han tratado el tema de la violencia de género en clase. «En 2013 solo lo habían tratado un 40 por ciento en Ciencias de la Salud, en jurídico-sociales bajaba al 33 por ciento y en Humanidades al 12 por ciento».
Por último, ha indicado que «estamos en el buen camino, pero queda mucho por conseguir. Hay que insistir en la violencia sexual fuera de la pareja, en llegar a los casos de más riesgo y en que toda la juventud universitaria, de todas las carreras, tomen conciencia de este problema e incorporaren en su identidad profesional la sensibilidad para erradicarlo».