La Unidad de Atención Psicológica y el Máster en Terapias Contextuales de la Universidad de Almería ofrecen una conferencia con la principal especialista en conducta suicida del país, Susana Al-Halibí: “Hablar de modo responsable, contar historias de esperanza, desestigmatizando la causa y combatiendo los mitos, constituye un factor de protección”

No había mejor manera para abordar el Día Mundial para la Prevención del Suicidio que con la persona que actualmente es referente nacional en esta cuestión. Susana Al-Halibí, profesora en la Universidad de Oviedo, experta e investigadora sobre el suicidio y coeditora del único manual de Psicología de la Conducta Suicida que existe en español, ha cumplido con las más altas expectativas depositadas en su intervención. Se trata de la especialista a la que las Cortes Generales recurren, vinculada a la UAL a través del Máster en Terapias Contextuales y que ha ofrecido, en una jornada clave para la visibilización y la concienciación como es este 10 de septiembre, la conferencia titulada “Humanizar el sufrimiento e integrar los factores sociales”.

Gabriel Aguilera, vicerrector de Sostenibilidad, Salud y Deportes, ha dado la bienvenida al público asistente, que ha llenado la Sala de Grados del Edificio de Ciencias de la Salud, recordando el peso de los datos sobre suicidio y agradeciendo la gran labor que realiza la Unidad de Atención Psicológica en el campus almeriense, “cada vez más sostenible y saludable”. Su directora, Francisca López, ha subrayado la importancia de la prevención de la conducta suicida, “porque es un fenómeno que ha existido siempre, pero en los últimos años ha tomado mucha más relevancia, primero por el aumento de cifras y, segundo, por el aumento en el sufrimiento y en la demanda”. Así, visibilizar esto por lo que atraviesan tantas personas, el sufrimiento “nos pone a todos en el punto de reflexionar qué está pasando en esta sociedad para que esto se vea como la única salida posible”.

López ha abogado por “dar una respuesta que permita otras opciones, visibilizarlas y desarrollarlas cuando la vida se complica y cuando el sufrimiento impide ver otras posibilidades”. Ha puesto como ejemplo de tal necesidad el día a día de la propia Unidad de Atención Psicológica de la UAL: “Hay un aumento de la ideación suicida y de los intentos fácticos de suicidio entre el estudiantado, y conocemos solo los que piden ayuda porque han tenido contacto con nosotros, pero en el estudio que se realizó hace tres años aquí había cerca de un 12% de estudiantes que habían intentado, no ya pensado, sino llevado a cabo, un intento de suicidio”. Por ello es fundamental dejar claro que “es una realidad y no hay que negarla, hay que visibilizarla y abordarla, para que cualquier persona que se vea así tenga la certeza y la convicción de que va a ser atendida, entendida y que vamos a trabajar conjuntamente”.

Ha ensalzado la figura de Susana Al-Halibí, “una de las representantes fundamentales en la atención al comportamiento del suicidio, académicamente y como investigadora con una trayectoria de gran excelencia”. Sin dudarlo, ha definido su presencia como “todo un auténtico honor”, sobre la convicción de que “va a aportar su conocimiento, su experiencia y los resultados de sus trabajos, nos va a dar luz para poder abundar y mejorar nuestro trabajo en este sentido”. Como “un lujo” lo ha descrito su presentador para la conferencia, José Manuel García, director junto a la propia Francisca López del Máster en Terapias Contextuales de la Universidad de Almería, del que la propia Al-Halibí ha sido alumna.

Comenzando por el final, la protagonista ha pretendido que, “más allá de la información científico-técnica que se puedan llevar de la conferencia, me gustaría que hayan salido con la idea de ubicar la conducta suicida más allá de la bata blanca, es decir, poder comprender que una sociedad de cuidados y los determinantes sociales son fundamentales para acoger, para cuidar a las personas que sufren, y que más allá de la labor que los profesionales de la Psicología tenemos con tratamientos psicológicos específicos para las personas que tienen ese tipo de conductas, hay una serie de medidas universales de bienestar para toda la población, en las que todos estamos implicados”. Ha usado el verbo “desestigmatizar” como una de las claves.

Para lograrlo, “es apropiado hacer actos como este, de sensibilización para el público general, de formación para los profesionales, que visibilicemos un problema de salud pública”. Los datos son rotundos, “las muertes por suicidio rondan las 4.000 al año, más un coste social y un sufrimiento que se escapa de los parámetros económicos y que es necesario ubicar en la sociedad, en los valores, en los cuidados, más allá del aspecto clínico, y es algo que nos corresponde a todos”, ha insistido. El objetivo de la sensibilización y de la formación es “conseguir rebajar en la medida de lo posible esas muertes por suicidio”, confrontándolo con “un mito que ha permanecido durante muchos años, que era la idea de no hablar del suicidio para no inducir a una conducta”.

Susana Al-Halibí ha abundado sobre ello reconociendo que “es cierto que hablar de forma irresponsable, morbosa o sensacionalista sobre suicidio puede tener ese efecto negativo”, en referencia a los medios de comunicación o las redes sociales, “pero también es verdad que, igual que puede ser un factor de riesgo, puede constituir un factor de protección”. Y es que “hablar de forma responsable, visibilizando historias de esperanza, recursos, desestigmatizando la causa suicida y combatiendo mitos que puede haber en la prensa, eso constituye un factor de protección en el que todos nos sintamos implicados, y que podamos abrir un canal de escucha para las personas que tienen este tipo de pensamientos o que están empezando a tomar estas decisiones”.

Por último, sobre esa vertiente del estigma, “es importante por varios motivos”. Lo ha pormenorizado: “Primero, porque a veces persigue a las personas que se quedan, a las familias que pierden a alguien por suicidio, y es bastante doloroso el hecho en sí, como también a la persona que tiene pensamientos de suicidio, porque le pueden tomar por una persona desequilibrada, loca o egoísta”. De hecho, “estos son mitos que permanecen, cuando en realidad la conducta suicida nos informa de personas que sufren, que están en circunstancias difíciles, de soledad, abandono, desestabilización de carga…”. Por todo esto se hace fundamental acabar con “la idea de que si yo hablo con alguien de suicidio puedo inducirle a hacerlo; pues no, no es así, si alguien lo está pensando, habría que preguntarle ‘¿qué te pasa?’, escucharle y decirle ‘vamos a pedir ayuda’, en lugar de, ‘¡oh!, estás loco, ¿qué dices?, no digas eso’”.