Carme Guil, magistrada de la Audiencia Provincial de Barcelona, ha sido la protagonista de la jornada ‘Justicia restaurativa. Sociedades que cuidan’ organizada por las facultades de Derecho y Humanidades, el grupo de investigación Laboratorio de Antropología Social y Cultural y la ONG acciónenred Andalucía
La comunidad universitaria, principalmente estudiantes de Derecho y Humanidades, ha tenido la oportunidad este jueves de acercarse a la justicia restaurativa, un proceso para resolver el problema de la delincuencia enfocándose en la compensación del daño a las víctimas, haciendo a los delincuentes responsables de sus acciones y, también, involucrando a la comunidad en la resolución del conflicto.
La jornada ‘Justicia restaurativa. Sociedades que cuidan’ ha estado organizada por las facultades de Humanidades y de Derecho, el grupo de investigación Laboratorio de Antropología Social y Cultural (HUM-472) y ha contado con la participación de la ONG acciónenred Andalucía, en el marco de la campaña de divulgación del film ‘Las dos caras de la justicia’, dirigida por J. Herry, y de la asociación GEMME (Grupo Europeo de Magistrados por la Mediación).
Rocío López, vicedecana de Ordenación Académica de la Facultad de Derecho y profesora titular de Derecho Civil, ha explicado que el objetivo principal de esta jornada es “dar a conocer a nuestros estudiantes, a través de la ponencia de una experta en la materia, lo que es la justicia restaurativa como alternativa a la tradicional en la que el fin último no son las penas, sino la reparación del daño a las víctimas”.
Para arrojar luz sobre esta alternativa a la justicia tradicionalmente entendida, la jornada ha contado con la presencia de Carme Guil, magistrada de la Audiencia Provincial de Barcelona y presidenta de GEMME. En su ponencia ha explicado qué es lo que aporta la justicia restaurativa. “Aporta una visión mucho más humana de la justicia. No nos interesa tanto el delito que se ha cometido y la respuesta que se va a dar a ese delito, sino que lo que nos interesa son las personas: qué es lo que les ha ocurrido, qué efectos ha tenido en sus vidas y qué podemos hacer para reparar el daño causado. Reparación que va tanto a la víctima como a la comunidad que se ve afectada por la comisión de un delito”.
Una alternativa a la justicia retributiva, la penal, en la que lo que se hace es saber qué es lo que ocurrió para saber si ha habido un delito e imponer una pena. “Un castigo que, se supone, tiene que tener un efecto sociabilizador, pero que todos sabemos que ese efecto es muy limitado. En la justicia restaurativa se trata más a las personas y sus emociones, intereses y necesidades y en la retributiva, la aplicación estricta de la ley y la respuesta de castigo”.
Para las víctimas este tipo de justicia supone “sentirse escuchadas”. En un juicio normalmente las víctimas “se sienten atacadas, ignoradas porque el espacio judicial es un espacio hostil en el que nuestro objetivo como órgano judicial es saber lo que ha ocurrido en el pasado. Cuando la víctima quiere explicar qué siente, cómo se encuentra o que le gustaría, no se lo permiten y por eso no se sienten escuchadas. Frente a esto, el espacio de la justicia restaurativa es un espacio de escucha activa, de atención y de fijarse en lo que necesitan y lo que les gustaría a las víctimas. Muchas tienen sentimiento de culpa, vergüenza, miedo, que no se puede trabajar en el espacio judicial, por eso hablamos de espacios restaurativos”.
El objetivo es que la víctima deje atrás lo sucedido y supere el drama que representa el delito para continuar con su vida. “Lo que pasó no lo podemos cambiar, pero sí cómo nos enfrentamos a la vida después del delito y eso es lo que más se trabaja en justicia restaurativa”.
No se trata de sustituir un modelo por otro, “no hemos encontrado una alternativa al proceso penal, pero la justicia restaurativa es un complemento y para que se desarrolle debe partir de una inversión de atención a las víctimas por parte de las administraciones. Cada vez que se reforma una ley para las víctimas sólo se hace aplicando más castigo y penas, pero no más ayuda en estos espacios restaurativos. No reclamamos más indemnizaciones, sino personas que trabajen con estas víctimas desde el punto de vista restaurativo.”
Y, por otra parte, también se busca que este modelo restaurativo “se aplique en el cumplimiento de la pena. Está demostrado con estudios, y la experiencia de otros países, que cuando incluyes la visión restaurativa en el cumplimiento de la pena, el victimario es capaz de transformarse, de asumir el daño causado, de aumentar su empatía y, por lo tanto, es una forma efectiva de prevenir el delito. No invirtamos tanto en el castigo, invirtamos más en el ámbito restaurativo”.
Carme Guil tiene una larga trayectoria de compromiso con la mediación y la justicia restaurativa desde la óptica del cultivo de sociedades que cuidan, conciliadoras, que priorizan la atención a la víctima y contribuyen a la búsqueda real de la reparación, reducción y, en última instancia, prevención del daño.
A la conferencia de Guil le ha seguido un videoforum en torno al film ‘Las dos caras de la justicia’ (Francia, 2023), que GEMME presenta en su web como un interesantísimo documento para entender en toda su dimensión lo que es, lo que implica y los beneficios que aporta la justicia restaurativa a las víctimas, a los victimarios y a la sociedad en general. El debate posterior ha contado con la participación de Dolores Machado, profesora de Penal de la UAL.