La Facultad organiza en el Auditorio de la Universidad de Almería una jornada centrada en esta ocasión en la infancia y la juventud con dos ponencias y una mesa redonda, abordando el contexto, la era digital presente y la vulnerabilidad.
Una extraordinaria acogida ha tenido la Facultad de Psicología de la Universidad de Almería en su IV Jornada de Prevención del Suicidio, llenando el Auditorio del campus de un público principalmente formado por su estudiantado. Programa dividido en dos partes, la primera, doble, ha tenido dos ponencias a cargo de Rebeca Alcober, codirectora de la Red Nacional de Psicólogos para la Prevención del Suicidio en ‘Psicólogos Princesa81’, y de Luis Fernando López, codirector general y director del Área Terapéutica del Proyecto ISNISS. La segunda ha consistido en una mesa redonda moderada por el catedrático Adolfo Cangas en la que han participado Beatriz Corpas, psicóloga infantojuvenil, Lidia Cobos, orientadora del IES Sol de Portocarrero, y Carmen Valdivia, del Ayuntamiento de Vícar. Su título ha sido ‘Afrontando desafíos: juventud, vulnerabilidad y prevención del suicidio’.
La presentación y apertura de la jornada ha corrido a cargo de la decana de la facultad, Encarna Carmona, acompañada por la vicedecana de Divulgación Científica, Movilidad y Relaciones con la Empresa, Francisca Carvajal, dando paso a la intervención de Rebeca Alcober, que ha sido on-line. Carmona ha explicado que esta iniciativa se realiza porque “este es un problema de salud y un problema social muy importante”, añadiendo que el enfoque anual sobre “una población vulnerable” este año se ha orientado a “la infancia, la adolescencia y la juventud, población crítica que nos llega más tarde a la universidad y que hemos observado que viene con una serie de vulnerabilidades y problemas”. En ese sentido, “los intentos de suicidio o las autolesiones son la punta del iceberg de un malestar psicológico y psicosocial no abordado y hoy ponemos negro sobre el blanco, aquellos factores que pueden originar que un chico o una chica se plantee que no hay opción de continuar viviendo”.
Ha sido tajante respecto a la necesidad de visibilizar esta problemática: “Hablar de suicidio es una estrategia de prevención para toda la población”. De hecho, “habíamos observado que nuestros alumnos tenían una carencia o por lo menos un nivel de formación especializado en suicidio más bajo, porque se abordaban muchos problemas, pero suicidio se trataba de una manera más tangencial, y nos propusimos que estas jornadas tuvieran varias misiones”, ha dicho textualmente, “a nivel de comunidad universitaria poniendo este problema encima de la mesa, a nivel social respecto a las instituciones, que por eso también las invitamos e implicamos en este proyecto, y luego a nivel de nuestros estudiantes, para que salgan con mejores herramientas de intervención para tratarlo, porque se lo van a encontrar sí o sí en los distintos sectores de la Psicología y también del Trabajo Social”.
Igual de seguro en la necesidad de visibilización se ha mostrado Luis Fernando López, realizando un recorrido por la evolución que este asunto ha tenido: “Ha habido mucha literatura científica, antigua, muchos mitos sobre que hablar del suicidio provocaba más suicidios, es el llamado ‘Efecto Werther’; sin embargo, con la práctica científica, la empírica en el día a día con los que trabajamos, con pacientes con ideación suicida e autolítica, entendemos y hemos comprobado que hablar del suicidio con responsabilidad, hablar del suicidio en un entorno seguro, cálido, amable y sobre todo aportando recursos y apoyo a las personas que sienten esa desconexión ante la vida, es un factor protector”. Ha insistido en que “hablar del suicidio de un modo responsable, aportando recursos y apoyos, es un medio adecuado, es un medio profesional, es un medio muy humano para poder acompañar la vida en los momentos de dolor”.
Sobre la temática que ha planteado en su charla, ‘Retos y desafíos en la era digital’, “las redes sociales, Internet, las tecnologías de la información y comunicación, han abierto un campo amplio no únicamente a las nuevas generaciones, pero, no obstante, también ha abierto un campo de cultivo eminentemente prolífico, donde permanecen, donde se encuentran ocultos, muchos factores de riesgo que pasan desapercibidos”. Ha abundando al respecto: “Hoy por hoy, sobre las redes sociales e Internet, los que investigamos sobre su influencia, el impacto que tienen en la conducta suicida y autolesiva, son quizás el mayor factor de riesgo que tenemos actualmente para poder prevenir este tipo de conductas, sobre todo de la población adolescente”. La idea clave que ha querido lanzar a todo ese alumnado asistente es que “entiendan que en el mundo virtual encuentran a unos otros digitales que a veces se unen en sentido de pertenencia, en un sentido de comunidad, donde la comunicación que establecen muchas veces no va enfocada hacia la salubridad”.
Todo lo contrario, “muchas veces va enfocada hacia la perpetuación del dolor y el sufrimiento dentro de la red, y donde se aportan métodos, recursos y mucha desesperanza de sus comunicaciones virtuales”. Así, “es especialmente importante que los alumnos de la Facultad de Psicología, que van a ser los próximos psicólogos, entiendan el importante papel de evaluación que deben de realizar dentro de las redes sociales para poder incurrir, para poder evaluar, para poder dotar de los planes estratégicos y de los objetivos terapéuticos, incluir el papel que tienen de comunicación dentro de las redes sociales sus pacientes y también para poder educarles en una práctica responsable en ciudadanía digital”. Ha agradecido la invitación a participar en este evento, ya consolidado y con una utilidad manifiesta, por “abrir un espacio cálido, sensible y amable para poder hablar de la conducta autolítica, del dolor y del sufrimiento en un espacio eminentemente educativo, y concienciar a la sociedad el importante papel de acompañamiento que tenemos que hacer para poder sostener y validar y hacer sentirse queridas a las personas en su dolor y en su sufrimiento”.