Firmado por la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE) Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (FACME, Crue Universidades Españolas Alianza de Centros Severo Ochoa y Unidades María de Maeztu (SOMMa).
Ante las insistentes informaciones de que en la composición del próximo Gobierno el actual Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades perdería parte de sus competencias en favor de un nuevo Ministerio de Universidades, queremos expresar nuestra profunda preocupación por las consecuencias que acarreará tal decisión. Cualquier partición del Ministerio actual será una mala noticia para nuestro país porque implicará alejar el conocimiento de la centralidad política que se está imponiendo en Europa (Consejo de la Unión y Comisión). Es imprescindible que la gestión del llamado “triángulo del conocimiento” (investigación-innovación-educación), quede reforzado en el nuevo Gobierno en un único Ministerio.
En este sentido, la estructura del Comisariado europeo, con una Comisaria competente en todos esos ámbitos, marca la tendencia a seguir a los países miembros de la Unión que, en su inmensa mayoría, mantienen tal unidad en un único Ministerio. Este Ministerio, de la mano de su titular, debe tener el mayor peso político posible, y reunir todas las competencias y recursos necesarios para gestionar el sistema de ciencia en su globalidad, incluida la investigación que se realiza en las universidades. Lo cual es condición necesaria para que sus propuestas tengan la atención y viabilidad que la ciencia requiere, teniendo en cuenta que las políticas científicas son competencia de todo el Consejo de Ministros, a iniciativa del ministro de turno. Esto debe de ser así sea cual sea la decisión sobre el número de nuevos ministerios que se puedan crear. Fatalmente, cualquier fragmentación de competencias implica fragmentación de recursos.
A este respecto, hay voces autorizadas en Europa que alertan del error que puede suponer enfrentar investigación y universidades a la hora de la negociación presupuestaria, lo que podría suponer décadas de estancamiento para la investigación, las universidades, o ambos.
La competitividad de la ciencia de nuestro país solo podrá recuperar su línea ascendente (tan maltrecha actualmente) si puede articular e impulsar la inmensa mayoría del conocimiento que este país ha demostrado ser capaz de generar. Que deberá incluir, por supuesto, la Universidad, ya que educación superior, investigación e innovación son indivisibles.