El proyecto, en el que participan ocho universidades e institutos de renombre, tiene como objetivo explorar las posibilidades de la agricultura de carbono y sus beneficios para la mejora de la calidad del suelo agrícola
La preocupación por el cambio climático está haciendo que los investigadores se estén centrando en la actualidad, y cada vez más, en diversas tecnologías innovadoras que tienen el potencial de aumentar el secuestro de carbono en el suelo mediante cambios en la agricultura y la silvicultura. Prueba de ello es el nuevo proyecto en el que colabora la Universidad de Almería ‘Captura y Almacenamiento de CO2 Atmosférico para la Mejora de la Calidad del Suelo – Carbon 4 SoilQuality’ que dio los primeros pasos los días 1 y 2 de febrero en Bled, ciudad de Eslovenia.
Este proyecto tiene como objetivo explorar las posibilidades de la agricultura de carbono y sus beneficios para la mejora de la calidad del suelo. En él participan 8 universidades e institutos de renombre de Italia, España, Grecia, Macedonia del Norte, Montenegro y Eslovenia.
Mientras que la mayor parte del carbono del planeta se almacena en los océanos, los suelos albergan alrededor del 75% del carbono terrestre, el triple de la cantidad que se encuentra en las plantas y animales vivos.
El carbono se almacena en el suelo principalmente en forma de materia orgánica. De esta forma, un aumento de esta no solo favorece a su almacenamiento, sino que también mejora la calidad del suelo al aumentar la retención de agua y nutrientes, lo que se traduce en un incremento de la productividad de las plantas tanto en los paisajes naturales como en la agricultura. Además, contribuye a mejorar la estructura del suelo, minimizando la erosión y, en consecuencia, aumentando el almacenamiento de agua en el suelo, tanto las subterráneas como las superficiales. Las consecuencias son muy positivas ya que estos efectos contribuirán a una mayor seguridad alimentaria, al aumentar la biodiversidad del suelo y proporcionar un hábitat adecuado para los organismos que viven en él.
Durante los próximos 27 meses, los socios del consorcio asumirán el reto de establecer una base metodológica y desarrollar diferentes ‘Herramientas para la agricultura de carbono’ que consistirán en establecer un catálogo de valores orgánicos de referencia del suelo; acordar una metodología común para el análisis del carbono orgánico y el seguimiento de la calidad del suelo; elaborar una guía sobre técnicas sostenibles para la agricultura del carbono; analizar diferentes modelos de negocio de la agricultura de carbono y lanzar recomendaciones a la CE sobre sistemas de créditos de carbono agrícola y sistemas de certificación medioambiental.
Estas herramientas ayudarán a los agricultores a adoptar prácticas respetuosas con el medio ambiente propiciatorias del almacenamiento del carbono en suelo de utilidad para diferentes regiones y países del Mediterráneo. Desde la UAL se defiende la necesaria colaboración entre países para estudiar los distintos tipos de suelo y climas mediterráneos (subtropical, oceánico, semiárido, árido), las diferentes condiciones de erosión, así como para elaborar un catálogo de valores de referencia orgánicos del suelo.
La Universidad de Almería participa mediante un equipo multidisciplinar donde Fernando del Moral y Rafael Hernández Maqueda, del área de conocimiento de Edafología, contribuirán al establecimiento de valores de referencia para el carbono orgánico y a una metodología común para su medida. Por su parte, Julián Cuevas, Virginia Pinillos, Irene Salinas y Fernando Chiamolera, del área de Producción Vegetal, analizarán cómo las cubiertas vegetales y la incorporación de residuos orgánicos (madera de poda, biochar, etc.) contribuyen al almacenamiento del carbono en suelo y mejoran su calidad. Por último, Emilio Galdeano y Laura Piedra, economistas adscritos al Centro de Investigación CIMEDES, analizarán los diferentes modelos de economía del carbono y los sistemas de certificación.
El debate en la reunión inaugural de Bled puso de relieve las diferencias entre las condiciones climáticas y edáficas a las que se enfrentan los socios del proyecto. Los ponentes de la Universidad de Almería mostraron cómo se enfrentan a la realidad del clima seco y la aridez del suelo, acentuadas en los últimos años. El análisis y el desarrollo de métodos de cultivo de carbono orgánico y de seguimiento de la calidad del suelo específicos para estas regiones permitirán elaborar directrices y recomendaciones acertadas para los agricultores que las apliquen. Para promover la adopción de los modelos y técnicas de agricultura de carbono desarrolladas, se analizarán y prepararán sistemas de créditos y certificación de carbono y se elaborará material de formación en distintos países. Además de por la Universidad de Almería, el consorcio está formado por el Instituto de Agricultura de Eslovenia, como socio principal; el Instituto de Desarrollo Sostenible (Eslovenia); la Universidad Aristóteles de Salónica (Grecia); la Sociedad Cooperativa Rinova (Italia); la Universidad de Padua (Italia); la Universidad de Montenegro, Facultad de Biotecnología (Montenegro) y la Universidad ‘SS Cirilo y Metodio’ – Instituto de Agricultura (Macedonia del Norte). El proyecto brinda al consorcio la oportunidad de beneficiarse de la cooperación entre socios y desarrollar modelos empresariales y de gobernanza que tengan en cuenta las especificidades regionales para la adaptación de técnicas sostenibles de cultivo, que mejoren la calidad del suelo y exploren la economía del carbono en la agricultura. Una cooperación, explican, necesaria para gestionar mejor el cambio climático y mejorar las condiciones de vida.