El catedrático, un referente mundial, vuelve a pronunciar una conferencia tras 13 años gracias a la Delegación de Estudiantes de la Facultad de Derecho de la UAL: “La finalidad de la norma penal no puede ser satisfacer una demanda emocional, sino preservar las garantías que distinguen un sistema democrático de uno autoritario”.
La Delegación de Estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de Almería ha sido muy ambiciosa y ha tenido éxito en su intento. De hecho, ha conseguido organizar un evento de gran relevancia para el mundo jurídico universitario y académico, tanto, que ha supuesto que Francisco Muñoz Conde, catedrático de la Universidad de Sevilla y un referente nacional e internacional, vuelva a ofrecer una conferencia 13 años después. Sus integrantes lo han definido como “espacio de reflexión sobre cómo la política y el populismo están condicionando el Derecho Penal”, obteniendo la respuesta positiva de Muñoz Conde “en un gesto profundamente valorado por la comunidad universitaria almeriense”.
Tras casi una década y media sin hacerlo, el catedrático ha aceptado participar en el acto de los estudiantes de la UAL precisamente por haber sido invitado directamente por el alumnado: “Uno puede haber escrito, investigado, viajado, pero nada me satisface más que seguir siendo profesor”. El título ha sido ‘El Derecho Penal en la encrucijada entre el populismo punitivo y el oportunismo político’, contando con una numerosa asistencia al Auditorio de la UAL entre estudiantes, docentes y representantes institucionales. En ese sentido, la mesa ha estado formada por Luis Miguel Columna, presidente de la Audiencia Provincial, quien ha mantenido un diálogo enriquecedor con el profesor Muñoz Conde; Rebeca Gómez, delegada territorial de Justicia en Almería, que ha reflexionado sobre la actualidad institucional del sistema penal, y Raquel Bonachera, secretaria del Departamento de Derecho.
El ponente, una de las figuras más influyentes del Derecho Penal contemporáneo, de trayectoria reconocida internacionalmente, ha abordado los desafíos en contextos de creciente emocionalidad política y presión social. Así, ha iniciado su intervención con una panorámica histórica del castigo penal, refiriéndose a la evolución del ‘punitivismo’ hasta nuestros días y a la formulación del denominado ‘Derecho penal del enemigo’, concepto desarrollado por Günther Jakobs, como ejemplo de la instrumentalización del Derecho Penal en tiempos de tensión social.


En un análisis crítico, ha alertado sobre la tentación de legislar bajo el impulso del sentimiento colectivo y de los titulares mediáticos. Citando ejemplos concretos, ha denunciado el riesgo de que la respuesta penal se convierta en herramienta de captación electoral, desdibujando los principios esenciales que deben regir el Estado de Derecho: “La finalidad de la norma penal no puede ser satisfacer una demanda emocional, sino preservar las garantías que distinguen un sistema democrático de uno autoritario”. Ha defendido con énfasis la presunción de inocencia, recordando su raíz ancestral y advirtiendo de que renunciar a ella, incluso teniendo lo que se podría entender como ‘causas bienintencionadas’, supone cruzar una línea peligrosa: “El juez debe ser imparcial y actuar conforme a pruebas objetivas; escuchar a la víctima, sí, pero sin relegar el principio de inocencia a una mera formalidad”.
Ha cuestionado la figura de la prisión permanente revisable, a la que ha comparado con formas de reclusión perpetua contrarias a la reinserción, y también ha denunciado la asimetría en la aplicación de la justicia penal: “No es comprensible que quien hurta una cartera acabe en prisión mientras otros, que gestionan fortunas y desaparecen con ellas, logren blindarse tras estructuras opacas, amparados por los márgenes del sistema financiero”. En su exposición, ha evocado también episodios del pasado, como la Ley de Vagos y Maleantes del franquismo, para recordar cómo el Derecho Penal puede ser manipulado como herramienta de exclusión, a lo que ha añadido que “un Derecho sin garantías no es Derecho, sino poder puro disfrazado de legalidad”.
El profesor Muñoz Conde ha incorporado una dimensión internacional a su reflexión, subrayando esas limitaciones de la justicia penal global en un mundo marcado por desequilibrios de poder. Ha aludido, entre otros, al caso de Benjamin Netanyahu, objeto de una orden de detención por parte de la Corte Penal Internacional, pero invitado por gobiernos que ignoran deliberadamente dichas resoluciones. Ha recordado que países como Estados Unidos, Rusia o China no han ratificado el Estatuto de Roma, lo que evidencia, en sus palabras, “una arquitectura jurídica internacional aún fragmentaria y débil”.
Respecto al impacto de la Inteligencia Artificial, ha subrayado que, si bien puede tener un papel técnico en otros campos, el Derecho Penal requiere interpretación que atienda a la subjetividad, la valoración humana y los matices que escapan a cualquier algoritmo. Conocedor de muchos idiomas y autor de más de cuarenta obras de referencia, su legado sigue marcando la formación jurídica de miles de juristas en el ámbito hispano. Un ejemplo claro es su célebre manual, escrito con Mercedes García Arán, titulado ‘Derecho Penal. Parte General’. En el discurso de apertura, el delegado de centro, Ephram O’Farrell, ha agradecido el respaldo institucional recibido y ha destacado la importancia de la implicación del estudiantado en la vida académica. También ha dedicado unas palabras a la memoria de José Eduardo Sáinz Cantero Caparrós, profesor, penalista muy querido en la facultad, “cuya vocación y humanidad siguen presentes en el recuerdo de quienes fueron sus alumnos”. O’Farrell ha subrayado que este acto, impulsado por y para los estudiantes, “constituye una muestra del compromiso que la Delegación de Estudiantes mantiene con la excelencia académica, el pensamiento crítico y el diálogo abierto con figuras clave del mundo jurídico”. Ha considerado que “la jornada ha dejado una huella profunda en quienes la vivieron, no solo por el nivel intelectual del ponente, sino por el ambiente de respeto, rigor y humanidad, un testimonio vivo de lo que representa la universidad pública cuando se pone al servicio del conocimiento y del encuentro entre generaciones”.