Científicos de la UAL demuestran que los romanos ya generaron un importante impacto medioambiental

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Publicado en la revista ‘Scientific Reports’ un estudio, firmado por científicos de siete instituciones y basado en unos análisis realizados en la Universidad de Almería, con un método solo aplicado en tres laboratorios de todo el mundo, que evidencia que los romanos alteraron hace 2.000 años la hidrología de un lago del sur de la Península para paliar los efectos de la sequía.

El equipo de la UAL ha estado integrado por Fernando Gázquez, Claudia Voigt y Lucía Martegani, integrantes del Grupo de Investigación RNM189 – ‘Recursos Hídricos y Geología Ambiental’. Han unido fuerzas con siete investigadores de seis instituciones científicas y académicas: Francisco Jiménez, de la Universidad de Granada, Miguel Rodríguez, de la Pablo de Olavide, Ana Moreno y Blas Valero, del Instituto Pirenaico de Ecología, Dolores Ruíz, del Ayuntamiento de Córdoba, Mario Morellón, de la Complutense de Madrid, y Celia Martín, de la Royal Holloway University of London. Todos ellos firman el artículo titulado ‘Roman water management impacted the hydrological functioning of wetlands during drought periods’.

Ha sido publicado en la revista ‘Scientific Reports’, de la prestigiosa editorial ‘Nature’, y puede consultarse de manera íntegra en el link Este trabajo de investigación del que surge el artículo ha estado financiado con los proyectos GYPCLIMATE, del Ministerio de Ciencia e Innovación, y PALEOQUANT, de la Junta de Andalucía, dirigidos por el propio Fernando Gázquez. Como punto de partida ha explicado que “los resultados del trabajo revelan que durante el periodo en que los romanos dominaron la Península Ibérica (siglos II a.C a V d.C) se enfrentaron a periodos de sequías intensas, en los que llovía hasta un 20% menos que en la actualidad”. En esa coyuntura, y “para satisfacer la alta demanda de agua para uso urbano y agrícola en la zona central de Andalucía, derivaron riachuelos que de forma natural alimentan zonas húmedas, como es el caso de la Laguna de Zóñar, en Córdoba, la más profunda de Andalucía con hasta 16 metros de profundidad en la actualidad».

De hecho, “mediante el análisis de isótopos estables de los sedimentos de este lago se ha comprobado que en torno al siglo I d.C su nivel era de tan solo 3 metros de profundidad, y que su agua era mucho más salada que en la actualidad, y esto se debió tanto a la escasez de lluvia como a la derivación por parte de los romanos de los manantiales que alimentan el lago”. Respecto a la metodología empleada precisamente, “es importante destacar que los análisis de isótopos estables en agua de hidratación de yeso, fundamentales para llegar a tales conclusiones, se han llevado a cabo en la Universidad de Almería mediante un método que solo se aplica en otros tres laboratorios en todo el mundo”, y cuya implantación ha sido financiada con los dos proyectos nacional y andaluz antes citados. En todo caso, ha sido una labor multidiciplinar, cruzando datos geoquímicos, parámetros hidroquímicos medidos durante los últimos 35 años y resultados de campañas arqueológicas en el entorno.

Gázquez ha precisado que “nuestro trabajo se apoya en análisis arqueológicos de restos de infraestructuras hidráulicas, canales y cisternas en concreto, que fueron usados para transportar el agua de los manantiales a una villa romana que estaba al lado del lago, de la cual también hemos encontrado vestigios”, narrado de modo textual. De estas aseveraciones se desprende una de las grandes conclusiones, ya que “los resultados demuestran que los romanos fueron capaces de adaptarse a periodos de sequías y, además, ponen sobre la mesa el que es probablemente uno de los primeros ejemplos del impacto medioambiental del ser humano sobre ecosistemas acuáticos en la península Ibérica”.

Por lo tanto, este trabajo “es una de las primeras evidencias del impacto de los romanos sobre el funcionamiento hidrológico de las zonas húmedas y pone de manifiesto, a su vez, que los periodos de sequías prolongadas, como los que estamos viviendo en la época actual, también pusieron contra las cuerdas a civilizaciones pasadas”. Más allá, “la motivación de este trabajo surge a partir de la necesidad de generar registros cuantitativos del clima del pasado”. Ha recordado que “hasta la fecha se han publicado muchos registros paleoclimáticos cualitativos, es decir si llovía más o menos o si hacía más frío o más calor, pero en pocas ocasiones se han dado valores exactos de variables climáticas en periodos pasados”. En este trabajo “ponemos por primera vez valores absolutos a la humedad atmosférica y a la cantidad de lluvia en un periodo histórico clave en la península Ibérica como es el romano”.

El estudio relaciona las importantes sequías que ocurrieron en torno al siglo I d.C con la resiliencia de la cultura romana ante los cambios ambientales. Tan es así que, en base a lo descubierto por estos investigadores, “se pone de manifiesto cómo los romanos alteraron la hidrología de algunos lagos en el sur de la península Ibérica para satisfacer la alta demanda de agua para uso urbano y agrícola”, aportando “evidencias de la capacidad de adaptación de la civilización romana a cambios ambientales y de su habilidad para el manejo del agua”. Por otro lado, “pone de manifiesto que hace ya 2000 años el ser humano generaba un impacto importante sobre el medioambiente, en este caso casi secando uno de los lagos más profundos de Andalucía”. Cabe añadir que “la alteración sobre el ecosistema asociado a la Laguna de Zóñar debió ser de gran magnitud, no solo por la reducción de su volumen a menos de un 10% del actual, sino porque sus aguas se volvieron salinas y probablemente incompatibles con la vida de muchas especies”.