La Universidad de Almería acoge una conferencia de la codirectora de la Cátedra Extraordinaria Patología y Medio Ambiente de la Universidad Complutense de Madrid titulada ‘Los tóxicos que nos rodean y enfermedades relacionadas’

La Facultad de Ciencias de la Salud de la UAL ha puesto el foco este sábado en la Medicina Ambiental. Lo ha hecho a manos de una de sus principales especialistas en el ámbito internacional, la doctora Pilar Muñoz-Calero, quien ha realizado un amplio repaso por las cuestiones más básicas del día a día que pueden estar causando diferentes patologías y problemas de salud en la población. De ahí el título de ‘Los tóxicos que nos rodean y enfermedades relacionadas’, muy ajustado al desarrollo de su ponencia, organizada desde la colaboración entre el Vicerrectorado de Sostenibilidad, Salud y Deportes y el Laboratorio Nutergia,

Ha inaugurado el evento Gabriel Aguilera, vicerrector de Sostenibilidad, Salud y Deportes, anunciando futuras vías de colaboración con la doctora Pilar Muñoz-Calero para ofrecer más actividades conjuntas. Se ha referido a ella como “una ponente de renombre” y “una persona que tiene mucho conocimiento sobre este tema”, agradeciéndole que “haya venido a darnos unas pinceladas sobre las conductas preventivas que se pueden tener para evitar en la medida de lo posible, por ejemplo, los efectos de las radiaciones electromagnéticas”. Ha definido la jornada como “muy interesante por la divulgación de este tipo de alternaciones”.

Ha intervenido en la apertura Pablo Román, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud, advirtiendo que “la medicina ambiental es un campo que ha adquirido una importancia sin precedentes en los últimos años”, añadiendo además que “nos encontramos en un momento crucial en la historia, donde la salud humana y el estado del medio ambiente están más interconectados que nunca”. A su juicio, es fundamental no olvidar el vínculo entre “un preocupante deterioro ambiental y el aumento alarmante de enfermedades relacionadas con el medio ambiente, desde la contaminación del aire y del agua a la pérdida de biodiversidad y el cambio climático con un impacto adverso sobre la salud humana”. Por lo tanto, “la medicina ambiental surge como una respuesta necesaria”.

Ha introducido a Pilar Muñoz-Calero la directora del Secretariado de Campus Saludable, Lorena Gutiérrez, describiendo parte de un extenso currículum de esta doctora en Medicina, especializada en Pediatría, Neonatología, Estomatología y Adicciones, experta en Medicina Ambiental, directora de la Clínica El Olivar para el tratamiento de la enfermedad de la adicción desde 2005, presidenta y directora de la consulta de Medicina Ambiental de la Fundación Alborada desde 2009 y codirectora de la Cátedra Extraordinaria Patología y Medio Ambiente de la Universidad Complutense de Madrid. Es profesora-colaboradora de la Facultad de Medicina de esa misma universidad y tiene protagonismo en organismos internacionales.

Muñoz-Calero ha comenzado su intervención yéndose a sus orígenes vocacionales respecto a la medicina, titulación que cursó con brillantez, “tuve 19 matrículas de honor”, pero sobre todo desvelando que sufrió en primera persona graves problemas de salud que después ha superado con esta disciplina: “Estuve en una silla de ruedas, pesé menos de 40 kilos y no tenía memoria”. A partir de ahí, ha explicado que “la medicina ambiental es bastante desconocida”, si bien “es verdad que cada vez es más frecuente porque cada vez hay más personas afectadas que están dañando su salud a través de los contaminantes que están en nuestro entorno”.

Pese a esto último, “todavía no se conoce lo suficiente”, mientras que si se aplicara “mejoraría muchísimo nuestra salud; no puedo dar un tanto por ciento, pero hay ejemplos claros de personas que han estado en sillas de ruedas, limitadísimas, con un cansancio y una pérdida de energía tremenda, con dolores, con cosas a lo mejor no graves, pero sí muy limitantes en su día a día, que realmente han mejorado y pueden hacer una vida prácticamente normal”. Su conferencia ha tenido precisamente el hilo conductor de “cómo los contaminantes nos están dañando, conocer esos contaminantes, que no solamente son los que tienen que ver con la contaminación de los coches, con las industrias, sino con contaminantes que utilizamos de uso cotidiano en nuestro interior de las viviendas”.

Una vez identificados, ha pasado a “ver qué enfermedades están provocando esos contaminantes, la medicina ambiental cómo surge, que es precisamente la que trata de ellos, de cómo dañan a nuestra salud, cómo lo podemos arreglar, y luego cómo funciona nuestro cuerpo, el diagnóstico y el tratamiento”. Ha explicado que “normalmente un aumento de la carga tóxica no solamente suele ser por un producto, sino por estar exponiéndonos, día a día, a una serie de contaminantes, y eso va haciendo que nuestra carga tóxica suba”. Más en detalle, “a lo mejor un gel de ducha o una pintura de una casa o un barniz es el detonante, pero realmente no ha sido solo ese producto, sino una serie de contaminantes”.

La pregunta que sigue es qué se puede hacer al respecto, ante lo que la doctora Pilar Muñoz-Calero ha reconocido que “hay ciertas cosas que sí y hay cosas que es más difícil”. Ha especificado que “los químicos tóxicos que podemos tener en nuestra casa sí puede haber alternativa de productos de higiene personal, cosméticos, alimentos que sean ecológicos, que no tengan contaminantes, pero hay otro tipo de contaminación, como la física, los campos electromagnéticos, que es mucho más difícil, porque no solo atraviesan las paredes, y puedo quitar el wifi de mi casa, pero no puedo quitar el de la casa de al lado; esa contaminación es mucho más difícil de controlar”.

Nathalie Lahaye, delegada en Almería y Málaga del Laboratorio Nutergia, ha mostrado su satisfacción por poder “dar a conocer a todos los profesionales de la salud y personas que puedan estar interesadas” los preceptos básicos de la medicina ambiental, “para sensibilizarles sobre un problema que hay en nuestro entorno en general, sobre los tóxicos de lo que respiramos, de lo que comemos, de lo que bebemos, de las ondas electromagnéticas que pueden generar patologías a veces un poco desconocidas”. Se ha referido a casos de “no encontrar la patología exacta de la persona, no encontrar la solución, y muchas veces a través de la medicina ambiental se puede descubrir que esas personas padecen no solo intolerancia alimenticia, sino sensibilidad química múltiple a tóxicos que nos rodean, como pueden simplemente ser los productos de limpieza de nuestra casa o de limpieza corporal”.