Los fondos marinos almerienses acumulan gran parte del carbono azul de Andalucía

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La coordinadora del proyecto Life Blue Nature, Rosa María Mendoza, ha explicado que las praderas de posidonia y las marismas crean sumideros de CO2 que no se transmite a la atmósfera. En Almería se encuentra el 92 por ciento de las praderas de posidonia andaluzas.

La Sala de Grados del Aulario IV de la Universidad de Almería ha contado hoy con la presencia de una experta a nivel nacional sobre el llamado carbono azul, el que generan algunas plantas marinas y que recude la cantidad de dióxido de carbono de la atmósfera y, por ende, reduce el efecto invernadero. Se trata de Rosa María Mendoza, coordinadora del proyecto Life Blue Natura, y responsable del programa de medio marino en la Agencia de Medio Ambiente y Agua de la Junta de Andalucía.

“El proyecto Life Blue Natura es un  subprograma de mitigación del clima en el que llevamos trabajando desde 2015 en Andalucía y sus objetivos son conocer el  sumidero de CO2 que acumulan  nuestras praderas de fanerógamas marinas tanto de posidonia como de cymodocea y zostera (en el Mediterráneo) y también la marismas atlánticas”, ha explicado Rosa María Mendoza.

Ese CO2 acumulado es el llamado carbono azul. “Son los organismos vegetales que forman las praderas y marismas y que realizan la fotosíntesis capturando el CO2 atmosférico, lo fijan y liberan oxígeno.  Este CO2 no solo lo utilizan para la función de respiración en la que eliminan un poco sino que también lo utilizan para la formación de su estructura (raíces, tallos, hojas, etc). Año a año esas estructuras que van muriendo quedando en el fondo junto con otros organismos y se crea un almacén de carbón orgánico que no se remineraliza. Este es el llamado stock de carbono azul”. De las 7.000 hectáreas de praderas de posidonia que hay en Andalucía, la provincia de Almería cuenta con el 92 por ciento. “Almería es crucial en la conservación de estas praderas para conservar también esos sumideros y ese carbono azul almacenado”.

Estos ecosistemas son muy longevos y el carbono que se ha capturado de la atmósfera permanece en ellos miles de años enterrado sin que pase a la atmósfera. “En un metro de sedimento tenemos la historia de 6.000 años”. Además, Mendoza explica que “se perdieran estos ecosistemas todo ese carbono que está acumulado pasaría a la atmósfera y notaríamos más los efectos de lo que son los gases invernadero”.

Entre las recomendaciones para conservar estos ecosistemas Rosa María Mendoza destaca: “evitar su ruptura por el anclaje de embarcaciones, evitar otras actividades como la pesca ilegal, los dragados que se hacen de forma indiscriminada y que rompen las praderas. Y también es muy importante mejorar la depuración de las aguas que llegan a nuestras costas”.